Cállense

Recuerdan al dúo alemán Milli Vanilli. Sí, aquellos guaperas que no sabían cantar y que durante dos años engañaron a todo el mundo. Pues lo de los sindicatos y su política de empleo es igual, sobre todo en lo que respecta a su área de comunicación. Un engaño. En este caso nos ocupa la Unión General de Trabajadores (UGT), que como viene siendo habitual ha vuelto a poner en la calle a su periodista, tras dos años de contrato. La jugada, para que ustedes la entiendan es la siguiente: el sindicato contrata a un determinado número de empleados, entre 15 y 20 en Jaén (periodista incluido) a través del programa de Fomento del Empleo de la Junta de Andalucía. Tras dos años y antes de pasar a contrato indefinido, todo el mundo a la calle y nuevas caras para fomentar el empleo, engordar encuestas y recibir subvenciones.Bueno, en realidad, nada que desconozcamos del funcionamiento de las administraciones públicas y de los sindicatos, defensores a ultranza de los derechos de los trabajadores, excepto en su casa.Sí sería de agradecer que, en ese ejercicio de cinismo repudiable y mezquino, que habla claro del sindicato y de todos aquellos que le dan abrigo (llámese Asociación de la Prensa de Jaén, por ejemplo) no hicieran ostentación, al menos, realizando campañas y firmando convenios “para luchar contra la precariedad laboral que sufren los periodistas en la provincia”Como ejemplo ahí va la última perla difundida a través de un comunicado en febrero de 2009 en una reunión entre UGT y la Asociación de la Prensa de Jaén. Decía así la nota de prensa: “El secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT) de Jaén, Manuel Salazar, ha puesto a disposición de la Asociación de la Prensa de Jaén los medios de asesoramiento y defensa legal con los que cuenta el sindicato en la provincia. Asimismo, ha mostrado su solidaridad al colectivo de profesionales de la comunicación y ha criticado la actuación de las empresas de comunicación que pretenden sacar rendimiento a corto plazo de proyectos empresariales mediáticos a costa de los derechos de los trabajadores”.Y si la defensa es que los trabajadores conocen las condiciones del contrato cuando lo firman, cállense. Por favor.

Un puerto con barquitos

Bueno. Ya está. Ya tenemos puerto. Cuánto tenemos que agradecer a nuestra querida provincia vecina, hermana, solidaria. Qué sería de nosotros, pobres jienenses de alma y acto, sin la generosidad de los pueblos y gentes de Granada que, no teniendo bastante con cedernos su aeropuerto para pregonar a los cuatro vientos sin complejos que Jaén tiene aeropuerto, ahora, la muy noble y solidaria ciudad de Motril nos ha cedido su puerto (para regocijo de mi admirado José Liébanas), que ya sólo nos queda que a la estación de Atocha le pongan también el nombre de Jaén, porque aún teniendo estación de ferrocarril en Jaén, en fin...
Si mis abuelos levantasen la cabeza y viesen cómo ha cambiado esta ciudad, con su aeropuerto a 120 kilómetros y su puerto (con barquitos y todo) a 170 kilómetros me preguntarían: ¿Pero cómo ha sido posible esto? A lo que yo no tendría más remedio que contestarles que las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Aquel espíritu provinciano y carente de universalidad que llevó a nuestro Colegio Universitario a pedir una Universidad propia para Jaén, emancipándose de la docta mano granadina y que, con el paso de los años (y el dinero invertido, que estos sabios políticos de ahora lo hubieran gastado en algún magnífico plan), ha provocado que hoy en día la provincia tenga una Universidad que ha sido destacada a nivel internacional por su excelencia, con el ‘mosqueo’ y la mala ‘follá’ que dicha mención ha generado entre nuestros queridos vecinos, no es más que una minucia egocéntrica, les diría yo a mis abuenos. Ahora sí (abuelitos) que estamos en buenas manos. Políticos y empresarios sabios que no derrochan el dinero público y que maximizan los recursos existentes. Que hay un aeropuerto a 120 kilómetros, pues que sea de Jaén también; que hay un puerto de mar a 170 kilómetros, pues que sea jienense. Que tenemos más paro que nadie en España y el campo se muere poco a poco, pues no seamos obtusos y cojamos aviones y barcos, que hay mucho mundo donde trabajar y vivir decentemente.

Los mentideros de la Cultura, molestos

Muchos son y han sido los peligros que acechan a las atormentadas almas de quienes un buen día (pobrecitos míos) reunieron todo el valor que tenían y le dijeron a sus padres (con la prudente distancia y tono que estas confesiones requieren), “quiero ser actor”, o bailarín, o músico, o pintor, o escultor; artista, en fin. Muchos fueron también (benditos míos) los que después de un año no vieron ahogada su posesión vocacional y decidieron seguir adelante con los perjuicios que una profesión como la suya supone para la salud. Ahítos de arroz blanco y pasta, una vez formados y reformados comenzaron sus carreras profesionales, algunos con más éxito que otros (valientes titiriteros míos), y consiguieron medio vivir de sus trabajos. Los hubo también que fueron especialmente kamikazes y apostaron por vivir de la Cultura (sin ser políticos ni asesores, aunque algunos aspiren a ello) en su pequeña ciudad. Aquí, por ejemplo. Ahora, muchos de mis pobres artistas jienenses se encuentran en la cuerda floja, ahogados por un Ayuntamiento en crisis que no tiene para pagar lo mucho que les adeuda. La crisis se ceba siempre con los más débiles (entre ellos los ayuntamientos que más deuda acumulaban) y la situación ha tornado en insostenible en Jaén. Los mentideros de la Cultura oficial maldicen al Ayuntamiento por llevarles a la ruina y comienza a hacerse cada vez más público un malestar que llevaba meses revolviendo las tripas de los empresarios del artisteo jienense, que está harto de trabajar sin cobrar un duro, llenando los programas municipales y vaciando poco a poco sus bolsillos. Mientras tanto, en el Palacio del Condestable Iranzo ya han rodado cabezas (no por la deuda) y la situación comienza a preocupar al concejal Montané, que ve cómo se le adelantan en el cobro los proveedores de otras concejalías (más atentas en la gestión de sus deudas) y que, para echar más leña al fuego, debe reducir el presupuesto de Cultura para el año que viene, según las directrices marcadas por el Área de Hacienda.

Predicar con el ejemplo

Se les ha llenado la boca de pedir a los medios de comunicación que hagan un ejercicio de responsablidad en el tratamiento de sus informaciones sobre la llegada y acogida de inmigrantes a la campaña de aceituna. Se les llena la boca recordando que somos la única provincia que habilita cada año un dispositivo de emergencia para estos temporeros. Así es, enhorabuena. Reforcemos positivamente su iniciativa como se hace con los niños y aplaudamos que, por una vez, las políticas sociales pasen del discurso demagogo y se plasmen en hechos y actuaciones concretas.Sin embargo, ayer, el Ayuntamiento de Jaén y la Junta de Andalucía perdió una oportunidad para mostrar otra cara de la llegada de inmigrantes a la ciudad. Fueron irresponsables con su discurso y no quisieron o no supieron predicar con el ejemplo. Qué sencillo hubiera sido facilitar el acceso a los medios de comunicación al albergue de inmigrantes y mostrar las instalaciones, que nos constan que son de primer nivel, y sustituir así la fotografía de temporeros esperando a las puertas por el servicio que cada año ofrece el Ayuntamiento. El resultado hubiera sido bien distinto. Éstas son las instalaciones que ponemos a disposición de los inmigrantes en Jaén. Así los recibimos, así los atendemos, aquí es donde duermen, en fin.Sólo el Ayutnamiento de Baeza hizo este ejercicio de responsabilidad y dignificó el esfuerzo que hacen todos los ciudadanos cada año con la campaña de aceituna. Enhorabuena.El resto de administraciones ha desayunado hoy con la imagen del temporero que busca trabajo y no encuentra, que quiere dormir bajo techo y espera. Y habrán dicho, irresponsables todos, "ya estamos dando la misma imagen que todos los años". Esa es la que hay. La otra hubiera les queda aún grande a nuestros políticos y sus asesores, sobre todo a sus asesores, que son quienes tienen que estar más pendientes de esos casos.

El “buenismo” en el lenguaje

Siempre me ha sorprendido cómo surgen, se inventan y se extiende el uso de palabras incorrectas o frases hechas en apenas unas semanas, gracias casi siempre a la inestimable colaboración que prestamos los medios de comunicación, cada vez más pobres en el uso del lenguaje (vergüenza que compartimos con los políticos, que ya no sólo es que no sepan defenderse en inglés o francés, sino que, ignorantes de la rica lengua de Cervantes, se atreven a modificarla, que siempre es mucho más fácil).Fue hace unas semanas que escuché en boca del subdelegado del Gobierno de España en Jaén, Fernando Calahorro, el término “buenismo”, en lugar del uso correcto que sería bondad. En concreto, se refería al “buenismo” humanitario que florece cada otoño en un elevado número de jienenses cuando llegan los inmigrantes temporeros a la campaña de aceituna. No creo que fuese Calahorro el precursor de esta nueva incorrección o invento lingüístico (y no es por desmerecer, que es Calahorro uno los mejores representantes de la política jienense), pero he escuchado en la última semana al menos una decena de veces el mismo término en diferentes emisoras de radio y programas de televisión. Preocupante sin duda. Dentro de unos años la palabra bondad habrá sido desterrada de nuestro vocabulario y sustituida por “buenismo”, mucho mejor sin duda, donde va a parar. Es más, no sé cómo no se había producido este cambio mucho antes. He notado también últimamente cómo cada vez más se sustituyen los perfectos y pluscuanperfectos de subjuntivo por los condicionales. Por ejemplo: “si ten gustaran las matemáticas..., por si te gusatarían”. Más claro ahora, ¿verdad? Y es que el subjuntivo, que indica en nuestro idioma la incertidumbre, subjetividad o posibilidad de algo, es un coñazo. En general, la conjugación de los verbos en español, como en todas las lenguas derivadas del latín (que no hace muchos años se estudiaba en los institutos), es un coñazo. Pues ya está, hasta que hablemos como los indios, que no queda mucho.

Que no está el horno para bollos

Ahora más que nunca hacen falta pies de plomo. Cuidado que no está el horno para bollos. No olvidemos que hay en la ciudad 10.398 jienenses que están en el paro, casi trescientos de ellos recién llegados y ninguno ha pedido cita con la alcaldesa para pedir que paguen sus recibos del agua o de la luz. Lo digo, señora alcaldesa, porque aunque la intención del equipo de Gobierno sea la de tender la mano y ayudar con la mejor fe al equipo de fútbol de la ciudad, el Real Jaén, el horno no está para ningún bollico, créanme. Hace algunos años recuerdo cómo el Ayuntamiento de Leganés se quedaba sin presupuesto para Cultura durante más de tres años por salvar a su equipo de una situación financiera más que comprometida. Aquí ya tenemos precedentes y no es la primera vez que se auxilia al Real Jaén (que no olvidemos es una Sociedad Anónima como las 1.200 que embargará el Ayuntamiento por no hacer frente a su obligación como contribuyente) con dinero público. Con dinero que sale de los jienenses que cumplen con sus obligaciones y que se rascan el bolsillo para pagar el IBI, el impuesto de circulación o la contribución. Con el mismo dinero que se construyó el aparcamiento San Francisco, que ahora cuesta tres euros la hora para beneficiar a los comerciantes del mercado de abastos. Bueno vale. Pero mucho cuidado, señora alcaldesa, que están los sentimientos a flor de piel, que son muchos vecinos de esta ciudad los que tienen a todas los miembros de su familia en el paro y difícilmente se las componen para comer, mucho menos para sacar una entrada para el fútbol. Cuidado señores munícipes y no den pasos injustos a sabiendas, máxime cuando hasta el momento sólo hay rumores y poca trasparencia, al menos de puertas afuera del club, que no dudo de que sus libros estén todo lo en regla que pueden estar las cuentas de cualquier club de fútbol. Ya digo, no está el horno ni para un mazapán, así que dejemos de amasar el pan y tengamos cuidado.

La mezquindad del anónimo cobarde

Curiosamente suelen ser los más intolerantes quienes se ufanan de ser más democráticos, capaces incluso de mirar por encima del hombro a Platón y Aristóteles, mientras diseñan su particular guerra del Peloponeso. Y son estos demócratas de boquilla y de tecla fácil quienes han encontrado en las redes sociales, sobre todo en los comentarios que ofrecen los medios de comunicación escritos (como VIVA JAÉN) el anonimato que su cobardía y mezquindad necesitaba para sacar fuera todas sus culebras, todas sus frustraciones y toda su democrática visión de la cosa pública y de quienes la representan, para insultar, injuriar y calumniar a sus enemigos.No habría ningún problema en usar el anonimato para argumentar, discrepar, opinar u objetar desde la razón que da el respeto. Tantas cosas se pueden decir que dejen sin aliento al contrincante desde el análisis y la crítica... Pero eso lleva su tiempo, para eso es necesario contar con algo que se llama criterio y algunos deberían hacer un sobreesfuerzo para encontrarlo en algún profundo lugar de su masa gris.Es más sencillo llamar borracho al que toma una copa de vino en cada comida o ladrón al que gana cada mes lo que tú, anónimo cobarde, quisieras ganar de cualquier modo. Eso sí, desde el anonimato que te ofrecen las nuevas tecnologías sentado delante del ordenador de tu casa o del trabajo en los ratos libres que te deja el jefe. A la cara sería un tanto comprometedor y maleducado, que no hay que perder las formas con el prójimo. Pero si el prójimo no sabe quién se lo dice, pues leña al mono, que para eso es un ladrón y un borracho. Luego, el mismo cobarde y mezquino que se esconde detrás del anonimato para insultar le dará palmaditas en la espalda y besos en la mejilla al blanco de sus iras, como lo que es, un cobarde. Y como estoy interesado en saber cuántos sois, espero vuestros comentarios anónimos y cobardes en cualquier foro que os permita hacerlo sin identificaros, sin dar la cara.

Agüita solidaria para el calor

Qué gustito y qué fresquito cuando uno se baña de “gañote” en las piscinas de Jaén. Con lo que nos gusta a los jienenses cualquier cosa que sea gratis, de “gañote” que se dice aquí, vamos. Es tan grande el corazón de quienes nos gobiernan (veremos a ver si un día no se les sale del pecho y cae rodando por La Carrera semipeatonal) que nos van a dejar algunos días gratis a la piscina, los que más calor haga, seguro, que los políticos de hoy en día cuando toman una medida se asesoran adecuadamente (incluso Camps se tomaba medidas porque aunque los trajes fueran regalados si sientan bien, mucho mejor). Pues eso, piscinas gratis para todos (perdón, y todas). Y ya que estamos en este camino, no estaría mal que de una vez se arreglase aquel paraje de los Cañones, el paso de la piscifastoría y el acceso al ‘chilanco del civil’, mientras que se aclaran con la presa, digo yo, que anda que no era barato aquello y no estaba fresquita el agua, sin cloro, ni ácido, ni antialgas, ni... Pues eso.

Hola julio, adiós al resto

Ya está aquí julio, que es un mes muy simpático, calentito y, lo peor, que viene seguido de otro también muy dicharachero y cálido. ¡Qué alegría! Cuánta dicha ver cómo este dichoso eterno retorno nos quita más que nos trae. Nos quita las matutinas (bueno, a veces vespertinas) columnas de Tíscar, aunque sigue sin marchar. Nos cierra media ciudad, las cafeterías de los desayunos, la panadería de las magdalenas, el quiosco de la esquina, la programación cultural, los conciertos, los teatros, las inauguraciones, las copas de vino español, ahí es nada. Todo eso se lleva el caprichoso julito de las narices. Y por si fuera poco, este año nos deja las obras del tranvía, las de los planes alfabéticos y el apagón analógico, que mi vecina no hace más que preguntarme qué día es el apagón ese que ella piensa no encender ni una vela. “Que somos muy derrochones”. En fín, viene julio y medio Jaén vuelve a morirse de asco sin un duro en el bolsillo y sin los aires acondicinados de los bares para que estés en la terraza.

Las cosas que nos crispan

En la extensa lista de situaciones y sucesos cotidianos que más crispan a la mayoría de los mortales (que aunque no he hecho ninguna encuesta me permito aplicar el método deductivo desde mi propia experiencia como hacen algunos periodistas y no precisamente en artículos de opinión) destaca, pobres fumadores, la quemadura en el dedo corazón cuando, tras colocar el cigarrillo entre los labios trascurren algunos segundos hasta que acudimos a encenderlo porque alguna trivial tarea nos ha entretenido, y tras la primera calada, comprobamos dolorosamente que el cigarro ha quedado adherido al labio inferior, con lo que nuestros dedos índice y corazón no logran capturarlo y viajan desde la boquilla hasta el clavo incandescente con resultado de quemadura en el dedo y labio despellejado. ¡Qué coraje! No menos irritante es la de salir de la ducha y comprobar cómo la anterior bañista (generalmente mujer) se ha llevado las dos toallas, una cubriendo su cuerpo y otra su cabello; o ver cómo la yema del huevo (para la que tenías preparada una barra de pan) se rompe al caer al aceite caliente de la sartén. Esas son algunas de las cosas que suceden a diario y que se repetirán miles de veces a lo largo de nuestra vida, que dan mucho coraje y que son difíciles de evitar, por no decir imposibles. Pero luego están otras pequeñas cosas, también diarias, que leemos todas las mañanas en los periódicos, que escuchamos en las radios y vemos en los televisores que crispan más, si cabe. Qué coraje da ver cómo barrios de la ciudad como el Bulevar o El Tomillo dejan de existir en sus reivindicaciones vecinales porque sus presidentas dan el salto a la vida laboral municipal. O que políticos que viven cómodamente de las administraciones nos digan que es de día en plena noche y se queden tan panchos. O que se sigan usando fondos públicos con fines particulares. ¡Qué coraje! Pero estas cosas sí se pueden evitar o al menos denunciar. O llamarlas por su nombre: indignidades, robos, abusos. ¿Se les ocurren algunos calificativos más?

De los acentos políticos de Jaén

Cómo me gusta que los políticos de esta ciudad, sobre todo sus concejales, hagan honor a la ‘tierra del ronquío’, a su acento, al deje lingúistico capillero que enfatiza la jota, viste de gala el sonido gutural y colecciona elles en sus alforjas vocales. Cómo me gusta escuchar en los plenos municipales a la alcaldesa (sonriente Peñalver) poner orden en el corral con esa cadencia de vocales abiertas y bocas anchas amables, que lejos de invitar al bozal, siembran la hospitalidad en oído ajeno. Sin embargo, no es el acento de la primera dama jaenera el más roto, los hay de mucho más postín que añaden el semigrito y en ocasiones el grito (y las expresiones que acompañan a nuestro noble lenguaje). Da gusto oír a los señores López y Segovia echando bravatas jaeneras mientras defienden sus enfrentadas posturas (que no lo son tanto); si a uno se le escapa un ‘la virgen’ (léase con diez o doce jotas seguidas en lugar de la aburrida ge y sin echarse a bailar si es posible), el otro se queda con el ‘ni pollas’ a punto de escapar de sus labios, mientras las no menos nobles y capilleras señoras González, Méndez, Cruz o Beltrán se echan una manita a la boca escondiendo una tímida sonrisa mientras dejan escapar un pequeño ¡ups! de sus sonrosados y perfilados labios. Las hay también (prudentes ellas) que son más de actuar que de hablar, como la señora Guerrero, aunque ella es de las que tanto dijo que ya poco le queda por decir. O las que, aunque no dijeron tampoco dicen, como la señora Aguilar. O a las que no dejan decir, como la señora Solar. Y qué decir del acento jaenero que fluye a borbotones de la boca y la cabeza del señor García Anguita, con su ronquera eterna, azote del socialismo jienense y defensor de cuantos vegetales haya censados en esta ciudad. Y está la más grande, la más jienense, el acento capillero hecho carne; el azote de los desertores de su habla abonados a las eses bárbaras del enemigo, como el señor Fernández de Moya. Ella no es otra que María del Mar Shaw, la voz de Jaén, la sonrisa de la pastira del Santo Rostro, que recoge en su verbo, la historia de nuestro lenguaje. Del señor Cano no quiero hablar, por fullero, por ir por la Carrera en coche porque le da la gana. Fullero.

Guardad la madera para San Antón

Lo lógico, reflexivo y prudente sería pedir que toda la leña de los árboles cortados y de los que se cortarán para ejecutar las obras del tranvía se guardase y se repartiese en los barrios para las próximas lumbres de San Antón (o en un ejercicio de egoísmo con cierto toque cínico, rogaría que me fueran donados para dar buena cuenta de esos leños durante el frío invierno). Desgraciadamente no se me ocurren otros usos en estos momentos, pero, ya digo, eso sería prudente y lógico. Sobre todo, después de que el proyecto del sistema tranviario estuviese en exposición pública para presentar alegaciones durante un mes con sus treinta días y sus treinta noches y nadie dijera ni ‘este árbol es mío’. Ningún concienciado medioambiental del Partido Popular, ningún inquieto ecologista con el apellido ‘en acción’ un tanto extraviado. Nadie.Por eso, después de un ejercicio honesto de reflexión, ya que tal y como dice José Luis Cano “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos” (aunque hay quien los rompe y no hace la tortilla), lo coherente, en lugar de anunciar que se van a encadenar a los árboles o de editar videos de dudoso gusto estético, sería entonar un ‘mea culpa’, como al vecino que se le pasa pagar el IBI en período voluntario y cumple religiosamente con su recargo en lugar de meterle fuego al Servicio de Recaudación, y pedir cientos, miles de árboles, macetas para las balcones si es necesario o como digo (en tono sarcástico, que algún iluminado ecologista ya estará frotándose las manos) utilizar la leña para las lumbres de San Antón. Y más responsable aún sería frenar este circo en busca de réditos políticos si tenemos en cuenta que Ferrocarriles solicitó un informe a Ecologistas en Acción sobre el proyecto del tranvía. No seré yo quien aplauda la tala caprichosa de árboles, pero tampoco deberíamos participar del oportunismo vago y efectista de estos políticos y activistas, porque están dejando claro que no es que nos traten como idiotas a los ciudadanos, sino que sus masas grises no dan para mucho más.

Los que están y los que quieren estar

Seguro que alguna vez se han desesperado detrás de una señora con carrito, (algunas veces incluso sin él) en una acera de más de tres metros de ancho, intentando adelantar por la izquierda, por la derecha, por el centro, más sin resultado satisfactorio. Y cuando educadamente, aunque con tono amenazante, solicitas permiso para continuar tu camino, no crean que se encuentran con una respuesta del tipo: “¡Ay, perdone! No me había dado cuenta”. Que va, encima debes aguantar la bronca y agachar la cabeza sin rechistar; o han esperado pacientemente en la cola del banco para realizar una operación mientras el señor de la ventanilla le explica por vigésimoquinta vez a un joven de rojo que no puede hacer el ingreso de la factura de la luz porque ese tipo de operaciones sólo se realizan hasta las diez de la mañana, que digo yo, que si hubiera accedido la segunda vez que el joven insistió, habría dado tiempo para hacer diez ingresos del mismo tipo. Pues eso es un poco lo que pasa con Jaén, me da la sensación. Que hay gente con prisa por llegar, que quiere hacer cosas, incluso cambiarlas; y hay otros que dicen que caminan, pero sin dar un paso, que van a cero por hora y que taponan a quienes vienen detrás. ¡Qué pena, verdad! Pues no. Porque esos que vienen detrás, muchos de ellos capaces de jugar a los chinos sin monedas, no quieren más que colocarse en el lugar de los taponadores oficiales, que es donde realmente se está bien, andando despacito, sin prisa con tu carrito ocupando toda la acera o sentado en la oficina diciendo nones a diestro y siniestro. Y si alguien duda de su buena fe y les dice que son el mismo perro con distinto collar, entonces, no dudan en mostrarte el libro estilo de la ética social tatuado en una de sus nalgas para hacerle ver (pobre infeliz) que sus intenciones son nobles y no buscan nada más que el bien común, que debe ser algo buenísimo del que si algún día participamos todos se abrirá el cielo y se escucharán cantos de gloria a cuatro voces.

Que gasten los miserables

Se me ocurre ahora, en estos tiempos en que nuestras empresitas malheridas (porque las empresotas nunca fueron de estas latitudes) quieren que sus empleaditos (a pesar de que muchos rondemos los cien kilos) juren con la diestra sobre la razón social de su limitada o anónima sociedad, que ya va siendo hora de que todos aquellos que hace apenas un año se ufanaban de sueldos, segundas viviendas, cochazos y copiosos almuerzos en restaurantes a los que ahora se les llenan de polvo las estrellas Michelín, se rasquen los bolsillos y comiencen a gastarse los tres mil euracos que siguen cobrando cada mes, esté la crisis o no.
Que dejen (¡malditos miserables!) de apagar los aires acondicionados de sus coches cuando suben el Puerto Carretero para ahorrarse un poco de gasoil y que vuelvan a comprar los jamones de Pata Negra en lugar de las paletillas de 19’9 euros del Mercadona. Que dejen (muertos de hambre ocasionales) de engordar las cuentas bancarias de quienes antes daban pan a quien no tenía dientes y ahora cobran hasta por el agua estancada para que se acabe de una vez esta maldita crisis y no se haga más hondo el socavón del desempleo. Porque mucha culpa de esta situación la tienen quienes cacarean cada mañana en su café diario, sin tostada ahora (consumidores del puño cerrado), que hay que ver cómo está el país, mientras se apresura dando los últimos sorbos a la taza, no vaya a ser que entre algún conocido y se vea en el compromiso de invitarle. Son ellos (catedráticos de la miseria humana) quienes tienen arruinado a mi pobre carnicero, relojero, tendero y hostelero con la inestimable colaboración de nuestros politiquitos (los politicazos también se dan en otras latitudes). Por eso se me ocurre ahora, que cada vez que veamos a uno de ellos, los de las nóminas vitaminadas, le reprochemos su mezquindad y usura y les dejemos las cuentas de las tostadas de jamón y queso para que, de golpe, alivien nuestro insaciable apetito y la caja registradora del mesonero, que ayer daba vueltas en la cama pensando cómo le diría a su camarero que hoy no volviera al trabajo.

¿Todavía creen que participan?

¿De verás están convencidos aún de que participan del devenir de su ciudad, provincia, región o país? A saber: hace un par de años miles de andaluces acudieron a las urnas tras elegir, todo lo libremente que permite el actual neoliberalismo y la maquinaria bien engrasada de la sociedad de consumo (ojo, que me parece buena, siempre y cuando se participe de ella con aspecto crítico y se ofrezcan las herramientas necesarias para formarlo) la papeleta con la que participarían en la construcción de su futuro. Dos años después da la sensación de que esas papeletas han servido para abastacer los retretes de la administración regional (que todo ahorro es útil en época de crisis) y de un plumazo nos cambian el presidente, el vicepresidente y la mayoría del equipo de consejeros. Ya está. La maquinaria interna de un partido, que no para de girar y de adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas caras, a los nuevos intereses, deja a la indefensa voluntad popular al pie de los caballos. Y como siempre todo se disfraza de “bien común”. Una vez más la patada hacia arriba de políticos a los que se les pega el sillón a las posaderas y que se convierten en granos del maratón de la política se ríe de los ciudadanos, que, en la mayoría de los casos, en un alarde de análisis aciertan a decir: ¡Madre mía que follón! Ahora, las nuevas caras (mejores o peores, eso está por ver) se ponen a trabajar para darle a todo este pucherazo (que permite nuestra actual Ley electoral) una apariencia de normalidad. Nada habrá pasado dentro de unos meses. Y por supuesto nadie sale herido más que en el orgullo, que sabiamente tapan con nuevos puestos y suculentas nóminas. El que no está al frente del invento de las políticas territoriales está camino de Europa, preparando las alforjas para llenarlas de dietas y fotografías exóticas para enseñar dentro de unos años a los nietos.Y dentro de no mucho nos mirarán a la cara y nos volverán a repetir que el futuro es nuestro, que no nos quedemos sentados en el sillón, que participemos de la fiesta de la democracia. Eso es, una fiesta, una gran bacanal, pero democrática.

¡Ea! Aquí si hay albergues

Rara vez suele hablarse en Jaén de la inmigración, salvo en la campaña de recogida de aceituna, cuando cientos de temporeros de otros países acuden a la provincia buscando un tajo, que la mayoría de veces no encuentran. Noviembre y diciembre se convierten en un quebradero de cabeza para la administración autonómica y local. Que si se abren los albergues, que si tú primero, que luego me vienen a mí todos, que si todavía no que aparece el efecto llamada, que si hay pocas plazas, que si la capital que es la que menos campaña tiene es la que más plazas oferta. Una angustia, vamos. Sin embargo, si por un momento dejásemos de mirarnos el ombligo y levantásemos la cabeza para ver qué sucede en otras provincias, podríamos comprobar que el sistema de albergues temporeros durante la campaña de aceituna en Jaén es un oasis en una región donde cada año acuden miles de inmigrantes temporeros para trabajar. Eso no quiere decir que no haya que mejorar el sistema y sobre todo coordinarlo de forma eficiente, pero puede ser considerado como una pica en Flandes, que tampoco va a ser todo malo lo que sucede en esta tierra. Si no, que se lo pregunten a los inmigrantes que tras la campaña jienense han estado dando vueltas para acudir a la fresa de Huelva, donde como cada año se encuentran con que, ni alojamiento de empresarios ni red de albergues de la Junta de Andalucía. Por una vez (y sin que sirva de precedente) Jaén tiene algo muy bueno que no tiene el resto de Andalucía. Da igual ahora si lo tiene por sensibilidad política o por presión social. Tenemos un techo donde acoger a alguien que deja su tierra porque no puede comer (algunos ni hablar) para venir a un país extraño y sonreír mientras les echamos fotos y les preguntamos cosas tan interesantes como si están pasando mucho frío o si tienen hambre.En fin, ahora que se celebran unas jornadas sobre inmigración, y mientras la red de albergues se hace extensible a todas las comarcas que tengan un volumen significativo de temporeros inmigrantes en sus campañas de recolección, me seco las manos (que este teclado hace que suden) y las lanzo una contra otra efusivamente (entiéndase como aplauso) por nuestros albergues y por Jaén, que ya tenía yo gana. ¡Ea!

La Fiesta llega a su invierno

No seré yo quien le ponga pegas ni calificativos a la diversión popular, pero hay algunas reflexiones que podrían hacerse sobre la denominada ‘Fiesta de la Primavera’. Algunos aún recuerden aquel programa denominado Disfruta puesto en marcha por la que fuera entonces concejal de Juventud Inmaculada Solar. Ellos, seguro que recuerdan los conciertos en la fría nave Fiat cada fin de semana y las actividades que se programaban en su planta baja. Música, deportes y juegos como alternativa al ocio de botellón y algún que otro coma etílico. Algunos quizás también recuerden que esta programación era continua, con parones navideños y carnavaleros y que como colofón, tenía una gran fiesta, la de la Primavera. El crecimiento del botellón como fenómeno de masas provocó que las primeras fiestas comenzaran a desvirtuarse y poco a poco, a la vez que desaparecía la programación el resto del año, el fiestón se separaba de la ciudad, como el botellón. Primero del auditorio de la Alameda, al ferial Alfonso Sánchez, y de ahí a Ifeja. Mucho me temo que este será el último año de esta fiesta que parece que ha llegado a su invierno.El principal problema de la festiva cita juvenil es que, como todo, cuando se saca de contexto, pierde perspectiva e identidad. No se puede concentrar en un sólo día todas las actividades encaminadas a promover y promocionar un ocio alternativo entre los jóvenes, sobre todo, cuando, haciendo honor a eso de que la mancha de mora con otra se quita, se rebajan los precios de la cervecita y se ofertan ‘bonus track’ con la intención de que los jóvenes abandonen el botellón. Como decía Eusebio Poncela en Martín (Hache) a Juan Diego Botto: “Si alguna vez te quieres chutar caballo, hazlo conmigo”. Estoy seguro de que tal vez no sea el caso, pero, tal vez sería más recomendable aumentar los seis mil euros que destina el Ayuntamiento a las asociaciones juveniles, realizar más actividades y programación alternativa al botellón y al ocio relacionado exclusivamente con el consumo de alcohol durante todo el año y realizar una gran fiesta de la primavera como colofón. Así era al principio. Sobre la fiesta que se ha programado para el próximo día 2, nada que objetar, ni siquiera su coste. Pero qué gran fiesta si tuviera un buen programa, ¿verdad, Mio Cid?

La infeliz diferencia

A los hijos de Carlos y Ana les gusta ‘La Oreja de Van Gogh’, jugar a la ‘play’ y escuchar música en un reproductor de ‘mp3’ con la forma del escudo del Real Madrid, aunque los padres siempre fueron del Barça y desde muy pequeños martillearon sus oídos con el mejor rock and roll, pop, blues, jazz y la Traviata en la inolvidable voz de María Callas. Pero a ellos, ya les digo, les va ‘La Oreja’. Y poco se puede hacer por el momento. A los hijos de Juan de Dios y Trinidad también les gusta el grupo del apéndice perdido por el pintor flamenco y a poco que se descuida el padre quitan a ‘El Barrio’ en el puesto del mercadillo los fines de semana que le echan una mano a sus padres para escuchar sus pegadizas canciones y melosos estribillos.Aunque todos ellos han tenido una educación distinta y vienen de distintas culturas (si me permiten que califique así a payos y gitanos, por poner un ejemplo) se da la circunstancia, cada vez más, de que todos los adolescentes participan de una homogeneidad, globalización, mimetismo (llámenlo como quieran) que perfila en sus personalidades cada vez más coincidencias que los alejan de la diferencia. Caminamos hacia una ‘culturilla’ universal que convierte ya en bichos raros a aquellos jóvenes que dejan aparcado el videojuego y lo sistituyen por un libro, un ajedrez o una tarde de cine con los amigos. Poco a poco se ha ido imponiendo una uniformidad inconsciente, impuesta y aceptada que recuerda al ahora visionario libro de Aldous Huxley “Un mundo feliz”. ¿Recuerdan? La novela describía una dictadura perfecta que tendría la apariencia de una democracia, una cárcel sin muros en la cual los prisioneros no querían evadirse. Un sistema de esclavitud impuesto por el sistema de consumo y el entretenimiento en el que los niños eran concebidos en probetas y alterados genéticamente para pertenecer a una de las cinco categorías de población: los Alpha (la élite), los Beta (ejecutantes), los Gamma (empleados) y los Delta y Epsilon (destinados a trabajos arduos). Da miedo pensar que ni siquiera ha pasado un siglo desde que en 1932 Huxley describiera su mundo feliz, para que su obra tenga tanta vigencia en la actualidad. ¡Y sin necesidad de concebir a los niños en probetas y alterarlos genéticamente! Una vez más la realidad supera la ficción.

Normalizar los cambios políticos

Ahora que se habla de nuevos cambios en las carteras ministeriales de Zapatero (con la tardía dimisión del ministro Bermejo aún caliente); ahora que en los foros socialistas se plantea la sucesión de Manuel Chaves una vez que cumpla 22 años al frente del Ejecutivo Andaluz; ahora que queda poco para que se cumplan dos años del mandato municipal de coalición entre PSOE e IU en el Ayuntamiento de Jaén, es quizá el momento de reflexionar, normalizar y desdramatizar los cambios de políticos y de áreas de gestión al frente de los ayuntamientos. Partiendo de la base de que los concejales son elegidos directamente en las urnas a través de las listas que los partidos presentan a los comicios municipales y de que son poseedores de sus actas (con libertad para abandonar en cualquier momento las siglas de sus partidos y formar un grupo mixto), sería bueno que recordasen que, como sucede con las carteras ministeriales o las consejerías, la responsabilidad al frente de una concejalía es delegada por el alcalde o la alcaldesa (que es el caso de Jaén) y tanto ésta última como los propios concejales pueden promover y efectuar cambios al frente de la gestión municipal, al igual que sucede en el resto de administraciones.
Ahora que se van a cumplir dos años de mandato municipal las capacidades de gestión de cada uno de los ediles del equipo de gobierno (también de la oposición) han quedado suficientemente demostradas y en algunos casos ya es tangible que tal y cual concejal tal vez se desenvolvería mejor en otro área o simplemente no tiene demasiada capacidad para estar al frente del cometido que se le enconmendó.¿Es necesario por ello que la ciudad, los vecinos y sus propios partidos deban sufrir hasta el final del mandato su incompatibilidad manifiesta con la función pública que se les encomendó? Quizá sea el momento de que todos los políticos hagan un ejercicio de responsabilidad para normalizar aquellos cambios (que sí se producen en las consejerías o en los ministerios) y un día cercano pueda un concejal abandonar o cambiar su área de gestión sin que sirva como arma arrojadiza política de la oposición y prime el sentido común y el servicio público que hace años abandonó a políticos y dirigentes orgánicos.

Manuel, el sistema y el funcionario

Manolo (que es como el español medio, pero con menos pelo en el pecho y un poco más alto) tiene un negocio en Jaén con el cierrre metálico apuntalado porque el local sólo tiende a colgar el cartel de ‘Liquidación’. Se resiste a dejar el negocio que montó su abuelo. Manolo (que también es un poco más rubio que el español medio) recibió la grata noticia hace unos días de que una Administración le había concedido una ayuda de 6.000 euros, que había solicitado a finales del año pasado. Ayer, después de dejar a sus hijos en el colegio y a su mujer en la cola del paro, acudió a formalizar su ayuda y a concretar las condiciones. Una amable señorita le informó de que debería desembolsar él los 6.000 euros y justificar que los había gastado en el fin con que fue solicitada la ayuda y que el año que viene (aproximadamente) la administración le abonaría en su cuenta corriente esos 6.000 euros.A Manolo (que a diferencia del español medio no tiene escondidos billetes de 500 euros bajo el colchón) se le antojó que le estaban tomando el pelo y que no se podía tener la cara más dura. Camino de su negocio pensó también que le gustaría conocer al tal ‘Sistema’ ese al que no hacen más que inyectarle dinero y que es como un agujero negro que todo lo traga y no deja ni las migajas. Y como quiera que a Manolo (que a sus 50 años no tiene gafas como la mitad de los españoles) ningún banco de ese ‘Sistema’ le da ya crédito alguno, se dirigió a su negocio y quitó el madero con el que tenía apuntalado el cierre metálico, que por propio sentido común tenía querencia al cierre, y se fue al bar de enfrente a tomarse una caña.Y allí, Manolo (que en realidad no tiene demasiado parecido con el español medio), se encontró con su vecino Antonio, funcionario de vocación que entró en la Administración gracias a un amigo común que ahora era concejal de postín y que lo hizo eso que llaman personal laboral fijo. Antonio, con su nómina aún caliente en su cuenta corriente como cada 28 de mes, le dijo a Manolo: ¡Venga hombre, que siempre estáis llorando los autónomos! y le contó las fatigas que pasaba él para llegar a final de mes y para comprarle la ropa de marca a sus hijos y para irse el mes de agosto una quincena a la playa. Y Manolo, que siempre fue muy comprensivo contestó: ¡Qué razón llevas!

El curioso caso de Matilde Cruz

No sé en quién estaría pensando Miguel Delibes cuando dijo que “para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad”, pero viene que ni pintada al curioso caso de Matilde Cruz, que como otros antes que ella dieron el salto a la política desde el movimiento vecinal.
Lo más probable es que la concejal de Tráfico, Transportes y Seguridad Ciudadana creyera que el traje no le iba a apretar tanto porque en la moda política también hay que desfilar con zapatos dos números menores y con la sisa ajustada (de hecho es lo habitual), pero cuando hay oficio y en algunos cacos, aún, vocación, aunque los ‘juanetes’ estén apunto de cortarte la respiración, la sonrisa no se desdibuja.
El curioso caso de Matilde Cruz, como otros antes que ella, es que, paradójicamente, el hecho de venir de una asociación de vecinos (Expansión Norte) degenera en una tibia capacidad de diálogo con los agentes sociales y amplifica uno de los principales defectos de los políticos: mostrarse cuando las cosas van bien y esconderse cuando existen problemas. El curioso caso de Matilde Cruz pone de manifiesto que en tres de los asuntos más molestos con los que ha tenido que campear el equipo de Gobierno hasta la fecha, y que curiosamente afectaban a la Concejalía de la señora Cruz, (la productividad de la Policía Local, el conflicto de los taxistas y el traslado de la estación de autobuses), ha tenido que ser la alcaldesa, Carmen Peñalver, quien le sacara las castañas del fuego y quien presidiera las conversaciones, que en todos los casos llegaron tarde y como consecuencia de la política de hechos consumados.
No sé si es ingrata la actitud de Matilde Cruz en este curioso caso, pero lo que sí resulta evidente es que estas caídas y ese gesto agrio en la pasarela política cuando desfila con zapatos estrechos, pasa factura a una alcaldesa que nunca había estado más cerca de los problemas de los vecinos de Jaén (y no sólo porque sea alcaldesa, que ayuda, no crean), recibiendo al jubilado que había sido embargado al día siguiente de pedirle amparo o despachando en pocas horas pequeñas peticiones de los ciudadanos (adjetivo que en castellano engloba a hombres y mujeres). Sin embargo, ese talante (del que participa cada vez más Manuel López) aún no ha hecho mella en el curioso caso de Matilde Cruz.

Sí a un Jaén peatonal

Recuerdo que, a pesar de ser un niño, la primera vez que vi ‘Blade Runner’ no me gustó demasiado aquella ciudad futurista creada por Ridley Scott en la que el neón, la luz artificial y los coches voladores (a algunos en Jaén ya sólo les falta despegar) se habían convertido en el decorado de la vida de aquellos hombres del futuro. Sinceramente me resultaba más atractiva una ciudad en la que las piedras del pasado aún seguían en pie y en la que quienes vivían en ella paseaban y disfrutaban de sus calles. Los siguientes años fueron dando forma a un Jaén que se acercaba más a aquel decorado en el que los ‘blade runner’ perseguían a los ‘replicantes’ (salvo honrosas excepciones), como si de un juego de policías y ladrones se tratase y menos a una ciudad en la que la calidad de vida primara por encima de los caprichos de algunos iluminados tecnológicos urbanitas.

No sé si el actual equipo de Gobierno con su alcaldesa al frente tampoco se sentía cómodo con la ciudad futurista de Scott, pero su apuesta de peatonalizar la calle Bernabé Soriano es cuando menos, valiente y coherente. Jaén ahora más parece la periferia de Mexico D. F. que una pequeña ciudad europea con más de veinte siglos de historia. Y es una decisión valiente no por el hecho de peatonalizar el entorno de la Catedral (algo que se le ha hurtado a los jienense durante décadas) sino por hacer transitable el emblema de la modernidad jienense.


Cuando Eiffel proyectó su gigantesca torre en París, la mitad de la sociedad parisina se mostró en contra de semejante barbaridad. Como quiera que nosotros no somos París y que la torre que ahora nos ocupa no es más que una calle a la que se va a quitar alquitrán y se le va a colocar adoquines, los detractores también deberían haber sido menos contundentes que los parisinos de principios del siglo XX. Sin embargo, Jaén siempre ha estado a la cabeza mundial en conservadurismo e inmovilismo; en mentes obtusas que no son capaces de ver más allá del día siguiente o como mucho del fin de semana mientras llenan sus barrigas (difícilmente cabría algo en sus prietos sesos). Ellos, los mismos que ahora increpan a trabajadores de otros países en La Carrera, pasearán mañana por Bernabé Soriano con sus mejores galas, luciendo radiantes sus collares y pulseras y jactándose de que “esto es lo que necesitaba la ciudad”. Ya lo verán.

El idioma de las psicofonías

Aún me tiemblan las piernas cuando recuerdo una vieja cinta de cassette que aún conservo con las mejores psicofonías seleccionadas por Jiménez del Oso para la revista ‘Más allá’ y que durante muchos años nos quitó el sueño a buena parte de los aficionados a la radio nocturna y a aquellos programas misteriosos (nada que ver con lo que hace el señor Íker ahora). Al de Jiménez del Oso le siguieron dignos discípulos como Miguel Blanco con su ‘Espacio en blanco’ (aún en antena) o el desaparecido dueño de las noches Juan Antonio Cebrián con ‘Turno de Noche’ y ‘La Rosa de los Vientos’ (también en antena con todos sus colaboradores y su recuerdo).

Pero al grano. Un análisis (si es que alguna psicofonía lo tuviese) más pausado de esas voces de caverna, magnéticas, inaudibles en su mayoría, que dicen los eruditos de este tema (que al parecer hay unos pocos) son voces del más allá, de almas atormentadas me plantea una cuestión. ¿Porqué todas hablan en castellano? ¿Porqué las que se recogen en Alemania hablan un perfecto alemán y las que se recogen en Valladolid un perfecto español? ¿No hay ningún alma atormentada del siglo XVI o ningún inmigrante francés que chapurree con acento gabacho su psicofonía a la grabadora de tan insignes estudiosos? Pues me da a mí que a tenor de los registros no las hay. De lo que se puede deducir que o las psicofonías tienen un profundo sentido patrio y nacionalista español (en nuestro caso) o que como nos tragamos todos los bulos que nos ofrecen sin sentarnos a meditar un par de minutos, no son más que la propaganda caprichosa de un grupete de amigos que deben llevar años riéndose de todos nosotros, pobres mortales.

Y eso es un poco lo que pasa con la política actualmente, que nos tragamos a los charlatanes que día tras día llenan las páginas y las ondas de los medios (nosotros no íbamos a ser menos, qué se creían) sin sentarnos a pensar qué nos están diciendo o qué pretenden conseguir con sus mensajes. Y nos lo dicen en un claro y perfecto castellano, ya sea con acento leonés o gallego, o con el bonico deje de Jaén. ¡Ea!, que aquí también tenemos quien nos trate como estúpidos.

Matar a un ruiseñor

La historia de esta ciudad está llena de ejemplos de hipocresía y desfachatez y no han sido ni son siempre los políticos sus protagonistas. Aquellos que dicen representar a los ciudadanos en asociaciones o plataformas son muchas veces (¿cincuenta, cien, mil?, no dispongo de las herramientas precisas que midan la caradura) peores que las políticos.
A saber: los mismos que hace algo más de diez años ladrillito a ladrillito, en silencio, arrasaron Jabalcuz y lo convirtieron en el esperpento que es ahora, los mismos, se constituyen en plataforma y piden ayuda a todos los jienenses para salvar Jabalcuz. Para que los vecinos del Polígono del Valle o de Antonio Díaz se apiaden de ellos y les arreglen su patio trasero. Porque eso es lo que hicieron de Jabalcuz, el patio trasero de sus casas. Ahora quieren recuperar ese paraje emblemático a pocos minutos de la ciudad que expiró hace una décaca, sin que ningún Atticus local defendiera y evitara que mataran al ruiseñor, desterrando a miles de vecinos de su trino. Y como en la película de Mulligan y Gregory Peck, volverán a salirse con la suya con el silencio cobarde de toda la ciudad. Si había alguien que no estuviera legitimado para salvar Jabalcuz, eran ellos.

La manada de los líderes


Ahora que ya sabemos que esto de la crisis no es culpa nuestra (qué peso nos hemos quitado de encima) y que parece estar claro que viene de todos los Estados Unidos; ahora que se ha puesto de moda un tal César Millán que sienta a los perros en un diván para hablar de psicología; y ahora que sabemos que en España también fabricamos armas y no sólo orujo, mantecados y zapatos; ahora, ya no se pueden contar más mentiras.

Quizá no sea aún tarde para darnos cuenta de que vivimos en una época en la que en lugar de un líder de la manada tenemos una manada de líderes, entre las que ocupan destacados lugares nuestros políticos jienenses. Voy al grano. Resulta que según denunció esta semana una asociación en defensa de los animales en Jaén, Abyda, el año pasado se recogieron en la ciudad unos seiscientos perros abandonados por sus dueños, que no quiere decir que sean los únicos que hay en la calle (punto y aparte son los gatos), sin que los responsables del Ayuntamiento movieran una sola pestaña para atajar este problema, ya que estaban más preocupados en gastarse la bonita cifra de 39.000 euros en el primer modelo de pipicanes y 12.000 en el segundo modelo, que era más sugerente si cabía para los perritos jienenses que el primero. Todo ello para que los dueños de canes le dijeran a su mascota: ¡aquí!, mientras ella observaba a su dueño como vaca que mira al tren.

Y digo yo. ¿Y si el 80 por ciento de las cacas que hay en la ciudad son de los seiscientos perros que seiscientos (o menos) desgraciados han abandonado en la calle? ¿Y si de esos 50.000 euros se hubiesen gastado una parte en sacar del paro a algunos vecinos para recoger los perros y otra parte en firmar convenios (dignos, con las que ya los tienen y nuevos con los que aún no? Seguramente habría menos perros abandonados en la ciudad y quizá menos cacas también, que era el objetivo que perseguían. Y sobre todo, si cuando VIVA JAÉN y los vecinos denunciaron hace dos años y medio que un dálmata paseaba por la cornisa del piso de la calle Bernabé Soriano, donde lo tenía su “dueña”, algún político o jefe hubiera cumplido con su obligación, no se hubiese precipitado al suelo por una racha de viento el pasado 22 de enero.

En un lugar del Ayuntamiento

En un lugar del Ayuntamiento, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que llegaron unos hidalgos de los de reunión fácil, nobles ideales y chancla corredora. Una olla de algo más vaca que carnero, chato de vino las más noches, duelos y asambleas los viernes y alguna que otra legaña los lunes, consumían las tres partes de su hacienda. Frisaba la edad de nuestros hidalgos con los cuarenta años; eran de complexión fuerte, enjutos de rostro y amigos de la participación. Quieren decir que tenían el sobrenombre de ‘rojos’, que en esto hay alguna diferencia en los autores que este caso escriben; aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaban militantes y dirigentes de Izquierda Unida. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que estos sobredichos hidalgos, los ratos que estaban ociosos (que eran los más del año) se daban a contar los huecos sin árboles de la ciudad, a proyectar miles de viviendas, a llenar los estanques de patitos y a pelearse los unos con los otros (que si uno decía que la estación de autobuses tenía que ir aquí, los otros decían que allí), con tanta afición y gusto, que olvidaron casi de todo punto el ejercicio de responsabilidad y de gobierno depositado por sus electores en ellos, y aún la administración de su hacienda; y llegó tanto su desatino en esto, que no dudaron en cambiar los discursos que antaño vociferaban con gusto y en hacer mutis por el foro cuando la casera de su hacienda los llamaba al orden municipal.
Y así pasaron los días y en efecto, rematado ya su juicio vinieron a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que les pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, dejar de ser caballeros andantes, olvidando recorrer el mundo deshaciendo todo género de agravios neoliberales y mirar para otro lado en aquellos aspectos que los enfrentaran a su casera o en aquellas cuestiones que la ciudad solicitase su opinión. Y poco más se supo de sus asambleas y de la antaño honrosa participación.

La fila jienense

Existe una variante de la fila india aplicada a la circulación de vehículos de motor, no sé si inventada en Jaén, pero cuya capital es el máximo exponente: la fila jiennense. Esta mutación consiste en situar los vehículos uno tras otro, en fila india, en un mismo carril de dirección (generalmente el central) independientemente de que existan otros carriles con el mismo sentido y dirección sin ocupar. La práctica, habitual en el sentido descendente de la Avenida de Madrid o ascendente del Paseo de la Estación, conlleva la indiferencia de los conductores ante la pérdida de tiempo, bloqueos de otras vías y cualquier tipo de señal visible o acústica que pueda proferir algún conductor (en peligro de extinción, porque la fila jienense es contagiosa), recordando que cuando se va a tomar un sentido no es necesario situarse en el carril que dos kilómetros más adelante se desviará hacia la ruta que pretende el conductor.

Algunos de estos activistas del atasco perenne contestarán: “Es que suele haber coches en doble fila”. ¡Cráneos conformistas y conservadores; inmovilistas y cómodos! Claro que puede haber coches en doble fila. Como también cuando entramos en una calle de un solo carril puede que nos encontremos un camión de mudanzas; o como puede que mientras circulemos nos caiga un señor que ha saltado desde su ático aburrido de leer tanta tontería sobre la crisis y el sistema financiero; pero bendito mío, sacúdete la cabeza un par de veces e intenta ejercitar la dirección y los intermitentes de tu cochazo y prueba a asomar un poco (digo sólo un poco, no cambiemos rancias rutinas de golpe y porrazo) el morro para ver si hay algún desaprensivo en doble fila. Nada más.
De todas formas será difícil (al menos en este siglo) cambiar un hábito tan arraigado en esta sociedad como es la fila jienense, que no es otra cosa que la manifestación motora de la idiosincrasia de Jaén. La falta de apego por nuestras cosas, la falta de fe en nuestras posibilidades y la pasividad absoluta de todo el mundo a que nos ninguneen. Por eso Jaén tiene a algunos de los mejores ninguneadores del momento.

Bueno, por no caer en el pesimismo, pueden consolarse pensando que esta práctica de la fila jienense hará más llevadero que el esperado tranvía sólo vaya a dejar un carril ascendente y otro descendente para la circulación en muchas tramos. Para que queremos más.

En busca de las logias perdidas



Entre el año 1870 y 1903 se constituyen en la provincia de Jaén 24 logias masónicas, cuatro de ellas en la capital, uno de los números más elevados de todo el país. No obstante, el profesor jienense de Filosofía en la Universidad de Granada, Juan Carlos Gay Armenteros apunta en su trabajo “Composición social de la masonería en Jaén” que “este fervor masónico es demasiado aparatoso para ser real”, ya que sólo unas pocas tendrán fuerza y continuidad”, entre ellas, la primera logia femenina de España.
En cualquier caso, antes de que estallara la Guerra Civil española, en la capital existían 5 logias con una media de 20 masones cada una. En la actualidad sólo hay cinco masones en Jaén, que pretenden refundar una logia en la capital.José Manuel, de 33 años de edad, que prefiere mantener sus apellidos en secreto, es uno de ellos, aunque pertenece a una logia granadina, donde el número de masones alcanza casi el centenar. “Nuestra intención es refundar una logia en la capital, sin embargo son necesarios siete hermanos como mínimo para constituirla”, arguye. Para dar a conocer la masonería en Jaén “recuperar la historia perdida y conocer su pasado y su presente” ha creado un blog en internet (http://masoneriajaen.blogspot.com).


¿Asociación secreta?

José Manuel explica que la masonería “no es secreta, sino discreta”. “El problema es que durante años se le ha colgado un sambenito tras de otro. De hecho, aún hay muchas familias en Jaén que ocultan el pasado masón de abuelos y bisabuelos. José Manuel hace unos siete años que ingresó en la masonería y explica que no fue difícil. “Llegué a a través de la lectura, me interesó conocer más y me documenté (hoy en día La Gran Logia de España y muchas más tienen páginas web donde explican qué es la masonería, cuáles son sus principios y cómo acceder a ella).

Después solicité mi ingreso y fui aceptado. Nada más. No hay nada oculto, sólo discreción”.Según explica este masón jienense la financiación de las logias proviene exclusivamente de las aportaciones de sus ‘hermanos’. Así, tal y como si se tratase de un gimnasio o una academia, con una matrícula de unos 600 euros y mensualidades de 30 euros cualquier varón mayor de 18 años, pero con independencia económica puede ingresar en una logia, siempre y cuando previamente haya sido aceptado. La prohibición explícita de las mujeres, cuando se constituyó en 1717 de la Gran Logia de Londres, sigue manteníendose en la actualidad, junto con los ritos y símbolos con los que se trabaja en las reuniones que se celebran una vez al mes. Esa circunstancia provocó a finales del siglo XIX y principios del XX que muchas mujeres y muchos hombres pertenecientes a logias pretendieran cambiarla. De ahí nacieron otras logias, masónicas también, pero que no son consideradas ‘regulares’, que son únicamente las que cumplen las normas de la primera logia moderna creada en Londres. Y fue precisamente Jaén la capital que albergó esta primera logia femenina.

En la actualidad, también existen mixtas. Pero ¿qué es la masonería? Paradójicamente el Diccionario de la Academia Española de la Lengua define masonería (o francmasonería) como “asociación secreta de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales, y se agrupan en entidades llamadas logias”. Algo más concreto, excepto en lo que se refiere al secreto, es el Diccionario Enciclopédico de la Masonería donde la define como “una Asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva; que procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes y que tiene por divisa la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad”.

Lo que sí es cierto es que quizá no tenga demasiado sentido llevar con tanta discreción tan elevados ideales, sobre todo cuanto se conoce que ilustres personajes como Santiago Ramón y Cajal, Isaac Peral, Ortega y Gasset, Juan Gris, Jovellanos, Antonio Machado, Blas Infante o Blasco Ibáñez, entre otros, fueron masones. Es difícil no estar deacuerdo con la importancia del legado que, cada uno de ellos en su parcela, ha dejado a este país. El mismo legado que, en muchos casos persiguió la dictadura franquista, convirtiendo a los masones en auténticos delincuentes. Jaén es ejemplo claro de esa herencia.

Publicado en Viva Jaén el 15 de enero de 2009