¡Ea! Aquí si hay albergues

Rara vez suele hablarse en Jaén de la inmigración, salvo en la campaña de recogida de aceituna, cuando cientos de temporeros de otros países acuden a la provincia buscando un tajo, que la mayoría de veces no encuentran. Noviembre y diciembre se convierten en un quebradero de cabeza para la administración autonómica y local. Que si se abren los albergues, que si tú primero, que luego me vienen a mí todos, que si todavía no que aparece el efecto llamada, que si hay pocas plazas, que si la capital que es la que menos campaña tiene es la que más plazas oferta. Una angustia, vamos. Sin embargo, si por un momento dejásemos de mirarnos el ombligo y levantásemos la cabeza para ver qué sucede en otras provincias, podríamos comprobar que el sistema de albergues temporeros durante la campaña de aceituna en Jaén es un oasis en una región donde cada año acuden miles de inmigrantes temporeros para trabajar. Eso no quiere decir que no haya que mejorar el sistema y sobre todo coordinarlo de forma eficiente, pero puede ser considerado como una pica en Flandes, que tampoco va a ser todo malo lo que sucede en esta tierra. Si no, que se lo pregunten a los inmigrantes que tras la campaña jienense han estado dando vueltas para acudir a la fresa de Huelva, donde como cada año se encuentran con que, ni alojamiento de empresarios ni red de albergues de la Junta de Andalucía. Por una vez (y sin que sirva de precedente) Jaén tiene algo muy bueno que no tiene el resto de Andalucía. Da igual ahora si lo tiene por sensibilidad política o por presión social. Tenemos un techo donde acoger a alguien que deja su tierra porque no puede comer (algunos ni hablar) para venir a un país extraño y sonreír mientras les echamos fotos y les preguntamos cosas tan interesantes como si están pasando mucho frío o si tienen hambre.En fin, ahora que se celebran unas jornadas sobre inmigración, y mientras la red de albergues se hace extensible a todas las comarcas que tengan un volumen significativo de temporeros inmigrantes en sus campañas de recolección, me seco las manos (que este teclado hace que suden) y las lanzo una contra otra efusivamente (entiéndase como aplauso) por nuestros albergues y por Jaén, que ya tenía yo gana. ¡Ea!

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