Cosas que hacerle a la Merkel para vengarnos


Ángela Merkel no es trigo limpio. Finalmente he llegado a esa conclusión. Así que he estado pensando en algunas cosas que podríamos hacerle para vengarnos de ella. Por lo pronto dejaré de llamarla Ángela (qué paradoja, ¿verdad?) y a partir de ahora será simplemente “la Merkel”. En primer lugar me la traería una temporada a Jaén, pero nada de avión; la montaría en el asiento trasero de un coche francés, un Renault, por ejemplo, con una familia numerosa marroquí  con un mini trabajo de 400 euros de esos que les gustan a los alemanes para los inmigrantes (españoles incluidos) y le pediría a la familia que la dejase en Jaén antes de seguir camino hasta Algeciras. Julio sería un buen mes para ‘la Merkel’, con la fresquita. Una vez en Jaén, la instalaría cómodamente en una tienda de campaña junto a los ex trabajadores de Primayor, delante de la Delegación del Gobierno. Una tienda para ella sola, eso sí, para respetar su intimidad y a todo confort; tendría su televisión, pero sólo podría sintonizar Tele 5, y una radio, que como imaginarán, sólo emitiría la programación de la cadena SER.  Ya instalada, le pondría una dieta hipocalórica a base de aceite de oliva y frutas y verduras de la vega de los puentes. Nada de mantequilla y salchichas. Por las mañanas la despertaría con una canción de Pitingo, cualquiera, y después le diría que cogiera el tranvía para ir al casco antiguo. Cuando se cansara de esperar la invitaría a subir en el microbús circular hasta el  y una vez allí la animaría a visitar Antonio Díaz, a ser posible con aquel vestido azul del escote que tan bien le sentaba.
 
Como quiera que ‘la Merkel’ se quejará del calor, algunos días me la llevaré a Los Cañones a que se de un remojón; otros, para que se entretenga, le diré que monte las terrazas de El Pósito y del Deán. Por supueto, a finales de julio, como broche de oro a su visita a Jaén, la invitaría al Festival Etnosur, donde estoy seguro de que se lo pasaría muy bien y sería recibida como ella se merece. De vuelta, como tal vez ‘la Merkel’ no quiera hacerlo con la familia marroquí, la mandaré en avión. Eso sí, tendría que ir andando a cogerlo al aeropuerto de Jaén, nada, apenas 110 kilómetros. También se me había ocurrido ponerle todas las noches la repetición de los plenos municipales, pero tampoco es cuestión de ensañarse con ella.

Dentro o fuera


Que me maten si esto no es en Jaén.
Mi antiguo profesor de Latín, José Santiago, está preocupado por dónde se ubicará finalmente la estación de autobuses y de tren. Eso me preguntó el otro día: ¿dónde se van a llevar la estación? “No lo sé”, le dije, pero todo apunta a que podría acabar en Vaciacostales. Ese breve encuentro, además de plantearme la duda de qué pensará de los mercados y de las primas de riesgo un antiguo profesor de Latín, me ha hecho reflexionar un poco sobre la ubicación de la futura estación intermodal (tren y autobuses) de Jaén.

Descartada la posibilidad de llevársela a Granada, como el aeropuerto, parece que la zona de Vaciacostales toma fuerza. El equipo de Gobierno municipal la sustenta en dos argumentos fundamentalmente: que todas las ciudades han construido sus estaciones fuera de la ciudad y que esa ubicación inyectaría pasajeros al tranvía, en el caso hipotético de que alguna vez circule por las calles de Jaén. La primera de ellas es falsa. Córdoba no tiene la estación fuera de la ciudad, a pesar de contar con AVE. Sevilla no tiene la estación fuera de la ciudad, a pesar de contar con AVE. Málaga no tiene la estación fuera de la ciudad, a pesar de contar con AVE. Almería, a pesar de no contar con AVE, tampoco tiene la estación fuera de la ciudad, etc, etc, etc. No quiere decir eso que tengamos que tenerla en el mismo centro como pasa con los autobuses ahora. Una intermodal en la actual estación de RENFE con las vías soterradas y un gran bulevar encina no es mala idea, tal y como ya está proyectado. No obstante, quizá no haya suficiente espacio para construir las dos estaciones, por lo que simplemente con desplazarla hacia la zona de las Fuentezuelas se resolvería el problema.

En cuanto segundo argumento, el de dotar de pasajeros al tranvía, le encuentro ciertos problemillas. Actualmente a Jaén sólo llegan trenes de Sevilla y de Madrid. Cinco en total como mucho. Dos de ellos lo hacen después de las 10’30 de la noche, hora en la que, presumiblemente, el tranvía que algún día podría circular por Jaén, estará en cocheras. Así que tenemos a cientos de pasajeros (bueno decenas) llegando a las once de la noche a mitad del campo, junto a una tele municipal y un centro de ocio, obligados a gastarse al menos ocho euros más en un taxi para llegar a Jaén. En fin.

Cuidado con lo que proyectamos señores e intentemos no empeorar más las cosas, que ya están bastante mal. Por cierto, ¿tendrá algo que ver que los jóvenes de hoy casi no sepan escribir con la reforma que eliminó el Latín de los institutos? Me estoy haciendo mayor.

Selección natural



“Aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad y  aquellos miembros con características mejor adaptadas tendrán más probabilidades de sobrevivir”. Es la teoría de la selección natural formulada por Darwin en “El origen de las especies”.

Y en esas andamos. Porque de toda esta situación, de esta maldita crisis, no van a salir más que los valientes; los que arriesguen, los que trabajen, los que sepan adaptarse. Los calzonazos huidizos que se esconden detrás del eterno lamento diario, sentados en sus sillones y cacareando continuos ‘me gusta’ en su red social, tal vez sobrevivan, como las cucarachas, como las ratas, pero no dejarán de ser ratas, cucarachas, condenadas de por vida a ser exterminadas en cuanto se descuiden y salgan de sus agujeros. Los que ahora guardan a buen recaudo sus alforjas deben saber que no les servirán de nada, porque están guardando pasado, usura, monedas con las que no podrán comprar las férreas voluntades del futuro. Mañana, de nada servirá el silencio corrupto y cómplice que hemos mantenido a cambio del cacareado ‘bienestar’ con el que nos hemos vestido. Nos vamos a quedar en pelotas y los modistos que cortaron nuestros trajes a medida con papel celofán para ahorrarse la tela y poder lucir ellos las mejores sedas, morirán entre montones de patrones y ropajes que nadie querrá comprar.

Ha nacido una nueva conciencia de clase. Aquella generación perdida que tuvo todo y que, sin embargo, se sentía vacía, construirá el futuro sobre los escombros del actual sistema. Habrá guerra, no obstante. Pero vencerán los perdidos, mi generación; porque cuando luche no tendré nada que quiera proteger más que tu vida, amor, a costa de la mía si es preciso; ya me quitaron las alforjas que llevaba en este viaje y las que quisieron venderme después no me gustaban. Bendita sea esta crisis que ha despertado del letargo social a millones de personas. Después de tantos años siendo un apátrida he encontrado mi nacionalidad, mi conciencia perdida. Aún no sé muy bien adonde quiero llegar, pero sí tengo muy claro adonde no quiero volver. Cuidado si te cruzas con nosotros, que ya estamos en el camino.

No es lo mismo


Ayer, Antonio y Juan se levantaron a las siete y media de la mañana. Pusieron la radio y, mientras se desperezaban, escucharon las últimas noticias sobre la nacionalización de Bankia y sobre la primera ola de calor del año. Tras la ducha, Antonio salió de casa. Tenía una cita importante en el banco para solicitar un crédito ICO y poder así montar un pequeño negocio familiar. Antonio lleva cuatro años parado y ha terminado de cobrar todas las ayudas. Juan también se duchó y tras pasar unos minutos eligiendo traje y corbata salió a la calle. El chófer lo estaba esperando. Comentaron la victoria del Atlético de Madrid y a las nueve entró en el despacho de su partido. Buscó en los periódicos alguna noticia que hablara sobre él y llamó a su jefe de prensa. Tras un breve repaso a la actualidad política le encargó varias tareas, entre ellas, una nota de prensa sobre las ayudas de su gobierno a emprendedores. A las diez, Juan abandonó el despacho del partido y se dirigió al del Ayuntamiento. Esta vez fue andando.
 
Mientras tanto, Antonio llevaba una hora esperando para hablar con el director de la sucursal bancaria en la que tenía cuenta desde que era estudiante. En la última semana había recorrido todos los despachos de las administraciones en busca de ayudas para montar su negocio, pero los recortes y las cercanas elecciones las tenían en suspenso. A las diez y media lo recibió el director, con el que mantenía un trato cordial desde hacía años, cuando le diseñó y construyó su casa como aparejador. A la entrada del Ayuntamiento a Juan lo increparon unos trabajadores que llevaban cuatro meses sin cobrar porque su concejalía les debía más de un millón de euros. Les sonrió, y al pasar la puerta dibujó un gesto de desprecio. Ya en su despacho municipal llamó a su jefa de prensa y le dijo que hiciera una nota denunciando conductas incívicas entre los manifestantes. Luego pasó un par de horas delante del ordenador, siempre muy pendiente de su twitter. Pasada la una de la tarde salió del Ayuntamiento tras encargar que al día siguiente lo recogiera el chófer para ir a una reunión de coordinación de los nuevos parlamentarios, un nuevo cargo en su prometedora carrera política. 

A esa hora Antonio ya estaba en casa preparando la comida con la sospecha de que no le concederían el crédito dada su situación. Juan, tras grabar una entrevista en la televisión municipal, almorzó con el director de un medio de comunicación. Antonio pasó la tarde leyendo y jugando con su hija. Juan, jugando al pádel. Por la noche, antes de acostarse, Antonio vio en las noticias locales a Juan, su viejo amigo de instituto: “No puedo dormir pensando en los miles de parados que el anterior Gobierno dejó en esta ciudad”, declaró a los periodistas. A la una, Antonio y Juan se metieron en la cama. Antonio besó a su mujer y le dijo que no se preocupara, que todo iba a salir bien. Juan durmió solo: su mujer aprovechó el buen tiempo para ir al apartamento de la playa.

Periodistas

Concentración de periodistas en Jaén por el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

¿Cómo contarles a ustedes, lectores, las tristezas y alegrías que se esconden detrás de estas líneas? ¿Cómo mostrarles lo que hay detrás del trabajo de los periodistas? Sencillamente no se puede y lo más probable es que no les interese. Ayer, una parte de los periodistas de esta ciudad nos concentramos en el Parque de la Concordia (Victoria) con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa bajo el lema "Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia". A mí me gusta más: “Sin periodistas y calidad no hay periodismo. Sin dignidad no hay democracia”. Yo en realidad me concentré porque estoy hecho un lío últimamente y porque, como a la mayoría de españoles, hace cuatro años que me va mucho peor. Les cuento todo esto porque ayer fuimos noticia por esta concentración. De no ser así, no lo haría, porque cuando vienen a pintar mi casa no me gusta que el pintor me hable de cómo han cambiado las pinturas, de lo cara que está y de lo malo que es su jefe. En la actual crisis los periodistas somos la segunda profesión, tras la construcción, que más despidos sufre. Las colas del INEM están llenas de periodistas en paro y yo estoy hecho un lío.

Un lío porque no me gusta que sean las Asociaciones de la Prensa, las mismas que llevan años silbando y mirando al cielo en lugar de liderar el profundo cambio que precisan los medios de comunicación, las que convoquen la concentración. Pero si esto significa un golpe de timón en su política, bienvenido sea. Un lío porque la mayoría de  compañeros que ayer estábamos allí nos apuñalamos en cuanto nos damos la espalda. Un lío porque detrás de cada medio de comunicación hay un empresario, que en el caso de los medios más pequeños, está al borde de la quiebra. Un lío porque mientras los empresarios llenaban las alforjas no hubo café para todos, pero sí más trabajo. Un lío porque tengo la sospecha de que quienes peor lo estamos pasando somos nosotros y los empresarios, mientras los altos cargos no saben qué hacer, si concentrarse a nuestro lado o llorar junto a los jefes. Un lío porque faltaron muchos autónomos freelance, hartos de que les cuenten milongas cuando a nosotros nos llegan las vacas flacas, que siempre son flacas para ellos. 

Pero sobre todo, estoy hecho un lío porque no sé si el pésimo periodismo que hacemos puede justificarse por las condiciones laborales que soportamos. No lo sé, de verdad. Los que gocen de buenas condiciones y no les importe hacer mal periodismo, malditos sean. 

La Historia olvidada de Jaén*



El 17 de octubre de 1985, el escritor e historiador jienense Rafael Ortega y Sagrista impartió el discurso de apertura del curso de ese año del Instituto de Estudios Giennenses (IEG) con un anhelo, un mosaico en la calle Campanas que recordara la estancia de Cristóbal Colón en la ciudad para entrevistarse con los Reyes Católicos. Casi 25 años después, su investigación sobre la visita del navegante italiano a Jaén, sigue formando parte de la Historia olvidada de la ciudad.


Ortega y Sagrista recopiló en su trabajo “Estancia de los Reyes Católicos y de Cristóbal Colón en Jaén el año de 1489” todos los datos sobre la presencia del almirante genovés en la ciudad y sacó a la luz pública que fue en la entrevista que mantuvo en agosto de 1489 con Isabel la Católica, la segunda documentada, en la que la Reina accedió a sufragar su empresa para establecer una nueva ruta hacia Las Indias por el oeste una vez que terminara la contienda “mora”.

De las tres estancias de los Reyes Católicos en Jaén, la de 1489 fue la más prolongada. La corte se estableció en la ciudad desde el 22 de mayo al 20 de octubre, cinco meses. Colón mantuvo su primera reunión con Isabel y Fernando el 20 de enero de 1486 en Alcalá de Henares. Allí les explicó su idea, que según recoge el historiador Juan Manzano en “Cristóbal Colón; siete años decisivos en su vida: 1485-1492”, fue tachada de disparatada. Sin embargo, según la contabilidad real, el marino genovés recibió entre 1487 y 1488, en distintos pagos, 17.000 maravedíes. Colón fue terco y acompañó durante todos esos años a la corte real. Tras su intento fallido de financiar el viaje con la Corona de Portugal, Don Luis de Cerca, duque de Medina Sidonia, accedió a pagar el coste de la aventura, hecho que comunicó el duque en una misiva a la Reina Isabel. Tras recibir la noticia, el 12 de mayo de 1489, los Reyes Católicos firman una Real Cédula en la que ordenaban a todas las ventas y ayuntamientos que dieran posada, fonda y víveres al genovés para que Colón pudiera llegar a la ciudad del Santo Rostro desde La Rábida.

El 22 de mayo de 1489 los Reyes se establecen en el antiguo palacio episcopal del obispo Luis Osorio, que estaba situado en la actual calle Campanas, esquina con la calle Mesón de la Parra, actual calle Cerón. El 27 de mayo Fernando el Católico parte al sitio de Baza y queda sola la reina Isabel en Jaén. Ortega y Sagrista estima que Cristóbal Colón llega a la ciudad a principios de junio, pero la reina no lo recibirá hasta agosto, por diversas circunstancias. Durante ese tiempo se desconoce dónde se alojó Colón, pero el historiador jienense baraja dos posibilidades: como quiera que la cédula le daba derecho a alojamiento y manutención en posadas, el almirante podría haber elegido esta opción en algunas de las que albergaba la ciudad, que por aquel tiempo contaba con 15.000 habitantes y que andaba revolucionada con la llegada de la corte; la otra posibilidad es que teniendo en cuenta su buena relación con los franciscanos de La Rábida, especialmente con Fray Luis Pérez de Marchena, éste mediara para que se hospedara en el convento de San Francisco, actual palacio de la Diputación Provincial de Jaén y a sólo unos pasos de la residencia real.

Finalmente, Isabel la Católica recibe a Colón en la primera quincena de agosto, si bien se desconoce la fecha exacta. Sí recogen las crónicas y distintos historiadores que la monarca accedió a sufragar el viaje, “en acabando la guerra que tenían entre manos” (López de Gómara), por lo que Ortega y Sagrista siempre reivindicó que Jaén fuese un lugar colombino más. 

Miguel Hernández
Otro personaje ilustre cuya estancia en Jaén ha permanecido sepultada durante años es el poeta Miguel Hernández, aunque, el Ayuntamiento de Jaén colocó en 2003 una placa en la vivienda que ocupó en el número 9 de la calle Francisco Coello (calle Llana) y ahora, la Diputación ha querido rescatar del olvido al poeta haciendo himno oficial de Jaén su poesía ‘Andaluces de Jaén’.

Miguel Hernández llega a Jaén a mediados de febrero de 1937 como miembro del ‘Altavoz del Frente’, un órgano encargado de hacer propaganda republicana. En Jaén, participa activamente en la organización y fundación del periódico ‘Frente Sur’, ligado a Altavoz, en donde escribiría varias poesías y artículos. Tras casarse con la jienense Josefina Manresa, ambos se establecen en Jaén, en una vivienda de la calle Llana. Desde allí se prodigan en paseos hasta Jabalcuz, donde el poeta solía bañarse en una alberca hasta que el 9 de mayo de ese mismo año deja la ciudad y se traslada a Badajoz. En el número 9 de la calle Llana escribió poemas como ‘Aceituneros’, ‘El sudor’, ‘Campesino de España’ o ‘Jornaleros’, parte esencial de ‘Viento del pueblo’.
Ambas estancias, la de Cristóbal Colón y la de Miguel Hernández, son aún, sobre todo la del descubridor de América, una parte de la Historia que se desarrolló en Jaén y que como tantas otras, han sido olvidadas y enterradas durante años.

Los restos de Andrés de Vandelvira
Otro de los grandes olvidados durante siglos ha sido el arquitecto Andrés de Vandelvira, máximo representante del Renacimiento andaluz y español. Gracias a trabajos como los del catedrático de Historia del Arte, Pedro Galera, sobre su obra, principalmente sobre la Catedral de Jaén, la figura del constructor ha sido rescatada del ostracismo. Una estatua junto al templo catedralicio, un parque y el nombre de la primera logia masona recuperada en la ciudad después de décadas de persecución, han hecho un poco de justicia a otro de los grandes nombres de la Historia que vivieron en Jaén.

Sin embargo, aún sorprende a turistas y jienenses conocer que el arquitecto está enterrado en la Basílica Menor de San Ildefonso, ya que así lo recogió en su testemanto. Sus restos se encuentran en el sótano del templo, aunque no pueden visitarse, ya que no se conocer con certeza cuál es su enterramiento de cuantos existen, caso curioso en un país acostumbrado a atribuirse historias y restos con muchos menos datos veraces.
Andrés de Vandelvira murió en 1575 a los 70 años de edad. De su testamento se puede deducir que gozó de, no sólo gran prestigio, sino de gran fortuna y bienes inmuebles. Vandelvira era titular de numerosas propiedades rústicas en distintas localidades de la provincia de Jaén. En su testamento dejó claro hasta quién se quedaría los libros de su biblioteca. Otra asignatura pendiente de la ciudad que conserva los restos mortales de uno de los arquitectos más importantes que ha dado la Historia de España y que sólo pueden visitarse en grupos concertados.

Hasday ibn Shaprut
Fue la labor de la asociación Iuventa la que recuperó la figura de Hasday ibn Shaprut, nacido en Jaén en el año 910, que fue un médico y diplomático judío de Al-Ándalus y el principal impulsor de la conocida edad de oro de la cultura judía en España.

Al-Gazal
Al-Gazal, poeta jienense, nació en Jaén en el seno de una familia aristocrática de linaje árabe y desempeñó altos cargos con los emires omeyas de Córdoba. Viajó a tierras normandas y bizantinas como embajador.

*Reportaje publicado en VIVA JAÉN el 3 de mayo de 2012