Del romanticismo a la esencia de lo popular: Santiago Auserón




¿Cómo trasladar a unas breves líneas la belleza de un instante? ¿De qué forma narrarte, lector, cómo embriaga la música, cómo sacia el alma la poesía? ¿Acaso se puede explicar la grandeza de un ocaso o la sinfonía que hay más allá del silencio a quien nunca vio ni escuchó? Cerrad los ojos, leed con cada uno de vuestros sentidos y escuchad estas letras como un susurro:

Tiene el palacete de ‘Casallana’ un halo del Romanticismo que tiempo atrás inspiró a un Santiago Auserón cada vez más Juan Perro, sobre todo cuando el frío y la lluvia golpean sus muros y tejados y mojan la primavera dormida de su jardín, único vestigio de aquellos vergeles dieciochescos que salpicaban el Jaén antiguo. Nunca es fácil una primer vez (la mayoría de las veces ni siquiera complaciente), pero nadie hubiera dicho, a no ser porque quiso dejarlo claro al comienzo de su concierto, que la del sábado fue la primera vez que Auserón desnudaba a su Juan Perro. Tan sólo al abrigo de su guitarra, con la Zarabamda en la platea, el maño universal, estudioso de las raíces del son cubano, regaló un repertorio, en gran parte inédito, a un público tan agradecido y respetuoso que olvidó, ya con el recital avanzado, sacar el lado más perro del genial músico. Tanto desnudó Auserón su arte, que dejó entrever su calidad como intérprete a la guitarra y la riqueza y tonalidad de su voz. Nada es igual a cuatro metros de distancia. Lo artificial se hace mediocre y lo bello sublime. Y en su recital todo fue sublime, hasta el ronroneo de las copas en la barra, que también necesita el cuerpo revolcarse por el barro entre tanta alma inquieta.

Le debemos todos los amantes de la música a Santiago Auserón, al Juan Perro de ida y vuelta, habernos abierto los ojos a los españolitos de charanga y pandereta con aquellos Encuentros del Son y el Flamenco en Madrid y Sevilla de principios de los noventa; haber traído a músicos como Celeste Mendoza, Compay Segundo o Faustino Oramas el Guayabero, entre otros muchos. Santiago Auserón es al estudio de las músicas populares con especial atención al son cubano, el rock clásico y el jazz, lo que Juan Peña “El Lebrijano” a los orígenes del cante flamenco.

Su concierto en Casallana estuvo bien aliñado (a veces con demasiada sal) con las historias que dieron origen a sus canciones. Siempre se escucha de otra manera la música cuando uno conoce la historia que hay detrás y eso lo sabe hacer muy bien Auserón, casi tan buen orador como músico. Con tono irónico recordó las palabras de su abuela, aquello de ‘Poco talento’, recogido en una de las canciones de su último disco “Río Negro”.



“Todos me llaman poco talento
Chuzos de punta, yo tan contento
Poco talento y algo de cuento
Pero muy poco talento”.



Y cuando Axa, Fátima y Marién aparecieron por el salón de ‘Casallana’ fueron recibidas, primero con una ovación, y luego con el callado silencio que el romance anónimo popular del siglo XV “Tres morillas me enamoran en Jaén” merece en esta ingrata tierra con su pasado y cicatera con su futuro.

Y como toda esta historia no va más que de placeres, nadie mejor para contentarlos que el cariño, la ternura y la profesionalidad de Almudena (ahora sí, querida), Alejandra, Amada, Tere Delgado, Lorena y sus grandes ojos tristes; el señorío de Maqui y ‘el Rizos’, los sabios silencios de ‘Oxi’, el temprano ingenio de Pablo, la genialidad de David y Marcos y la mirada de Sitoh y Yolanda.

Así fue el recorrido del devenir romántico de un artista hacia la esencia de lo popular, de Santiago Auserón y su Juan Perro, de otra velada en la ‘Casallana’ del incombustible Millán y de la musa que habita entre sus muros, Tere Arenas.

Podéis abrir los ojos. 


Transparencia

 
Menos mal que me he enterado, que parece mentira que a mi edad todavía tuviera dudas sobre lo que es la transparencia. Ahora sí me está quedando claro, porque, sinceramente, y no es que me sienta precisamente orgulloso, pero se ve que no tenía yo una opinión bien formada acerca de la transparencia; hombre, y eso en la profesión a la que uno se dedica, pues no está bien.

  Mísero de mí, incluso infelice. Presentar un informe del tranvía que han pagado todos los jienenses con dinero público, alrededor de 180.000 euros, informando sobre los datos que el equipo de Gobierno municipal considera más significativos (que no seré yo quien dude de su elevado criterio), pero sin dar el informe ni a los medios de comunicación ni a la otra administración implicada, Junta de Andalucía, es transparencia. Sobre todo, por la gracia y obra de los munícipes, se tiene la sensibilidad de presentarlo en la Asociación de la Prensa de Jaén, ante toda la alta plana ‘canalla’ (yo no estuve, que estaba malito, por eso lo de alta plana) de la ciudad, aireando al viento con espasmódicos movimientos las funestas hojas que parecen que entierran a mi querido tranvía, pero ojo, sin ofrecer copia a los medios de comunicación, vaya a ser, que como tienen la mala costumbre de pensar cosas diferentes en algunos casos al sanedrín local, y como además suelen ser todos de letras, confundan algún dato y donde pone que cuesta cinco millones salga menos.

  Y ahí es donde yo estaba equivocado a estas alturas, porque de haber facilitado el informe que hicieron los catalanes con el dinero de los jienenses, sería menos transparente. También erraba yo creyendo que transparencia era reunirse con los colectivos vecinales para elaborar un presupuesto, o en caso de lo contrario, darle el borrador dos o tres semanas antes para que lo trabajaran e hicieran sus enmiendas, pero tampoco, que con seis días parece bastar. Los mismos días que tendrá el CES local para elaborar su informe, que, por cierto, tal vez no lo haga si no les dan los presupuestos con suficiente tiempo. Y es que  estos del CES local, donde están representadas todas las fuerzas de la ciudad, unas más vivas que otras, tampoco se han enterado bien de lo que es la transparencia, que les pasa como a mí. Y además se enfadan porque dicen que el alcalde o algunos de sus concejales van diciendo por los fantasmagóricos pasillos del Ayuntamiento que para tres o cuatro informes que hacen al año, se quitan del medio al CES local y contratan a una empresa privada cuando necesiten algún informe, que seguro que los hace mucho más transparentes. Qué equivocado estaba, Dios mío, yo con lo que era la transparencia.