María Guadaña levanta a los muertos

"Si hubiera dicho sí habría sido infeliz, pero a tu lado. […] He preferido seguir, estar sola, vivir, a estar muerta, a tu lado”. Esas dos frases resumen a la perfección el universo de María Guadaña en lo conceptual. Y aunque la actitud  y el descaro recuerdan a PJ Harvey, en lo musical, lo latino sobrevuela un rock de ida y vuelta que en directo se vuelve hipnótico y perturbador. Por si no ha quedado claro, el estreno de María Guadaña en Jaén fue escalofriante. Un diez en actitud, un diez para la banda, otro para el alter ego de Herminia Martínez, y otro para la secuencia musical que mantuvo al público en éxtasis durante algo más de una hora, cerrando como una apisonadora con 'Cuanta belleza'. Y otro diez para el sonido de toda la noche.


María Guadaña en los Baños Árabes de Jaén. Foto: Ramón Guirado
Tras la entrega de los Premios de la Música de la Provincia de Jaén, SantaRosa fue la banda encargada de abrir el concierto de esta cuarta edición. Desde los primeros compases no cabía duda de que estábamos ante un proyecto con mucho trabajo detrás y con unos arreglos muy cuidados. La noche rondaría lo fronterizo en todo momento. Los de Emilio Ramos fueron desgranando uno a uno su primer disco 'Sin Perdón', grabado en Halo Estudios bajo la batuta de Francis Armenteros. Los temas de Rafa Hidalgo han ido creciendo en directo en este año y la banda suena compacta, con oficio; sin embargo, se echa en falta un toque gamberro, más 'chingón'. Desentonó, no porque no sea buena, sino porque se separa del estilo de SantaRosa, 'La voz', un tema de Hidalgo que rompe el ritmo. Canciones como 'La rosa negra', los sones tribales de 'Mezcal'; o 'Sin Perdón', todo un himno ya con la maravillosa trompeta de Juande Ramírez, hicieron que las 400 personas que se dieron cita en el espacio escénico de los Baños Árabes, comprendieran que aquella noche prometía. Volvió a destacar la colaboración de David Cárdenas de “Lola nos quiere”, que bordó la 'Esquina Dorsal' junto a Emilio Ramos. La primera aparición de María Guadaña cantando con SantaRosa el tema 'Santa Muerte' fue más que reveladora como aperitivo de lo que había de suceder después. SantaRosa se despidió entre aplausos y gritos de ‘otra’, dejando claro que son una gran banda.


Y llegó el momento más esperado por muchos de la noche. Envuelve a María Guadaña un halo literario que recuerda a Lovecraft y al realismo mágico. Sin embargo, sus letras y sus historias poco tienen de mágicas y sí de realistas. La Enlutada es la mujer de este siglo XXI, que harta de acompañar en la mesa quiere comerse el corazón de los comensales. María Guadaña nace a la par del estallido de las mujeres en España y en buena parte del mundo reclamando igualdad real. Es la voz poderosa de una mujer que quiere gritar su alma y tomarse las venganzas sociales y personales que se agolpaban en su pecho. María Guadaña es el presente, nuestra realidad social y la banda sonora de la próxima década. Y de este modo, digna y retadora, apareció en escena Doña Osamenta. “Soy la Muerte”, dijo, y el aforo se convirtió en un aquelarre. Tienen los mejicanos más de 100 maneras para llamar a la muerte, las mismas veces que podríamos alabar la actuación de María Guadaña. Mención especial merece la banda, los afilidores, como los llama ella. Gabri Casanova con su teclado dirigió con maestría, mientras Javi Geras le daba con su bajo la gravedad necesaria al rito de la batería de Rober García. Lo de Nacho Pérez a la guitarra fue simplemente de libro. Como los buenos actores no sobreactuó ni se deshizo en muecas ante el respetable. De libro, ya digo. Y Herminia. La Comadre. La responsable de vestirnos con su maravilloso luto musical, su dulce voz de ultratumba y sus lapidarias letras. Chapó señora Liberadora.