Normalizar los cambios políticos

Ahora que se habla de nuevos cambios en las carteras ministeriales de Zapatero (con la tardía dimisión del ministro Bermejo aún caliente); ahora que en los foros socialistas se plantea la sucesión de Manuel Chaves una vez que cumpla 22 años al frente del Ejecutivo Andaluz; ahora que queda poco para que se cumplan dos años del mandato municipal de coalición entre PSOE e IU en el Ayuntamiento de Jaén, es quizá el momento de reflexionar, normalizar y desdramatizar los cambios de políticos y de áreas de gestión al frente de los ayuntamientos. Partiendo de la base de que los concejales son elegidos directamente en las urnas a través de las listas que los partidos presentan a los comicios municipales y de que son poseedores de sus actas (con libertad para abandonar en cualquier momento las siglas de sus partidos y formar un grupo mixto), sería bueno que recordasen que, como sucede con las carteras ministeriales o las consejerías, la responsabilidad al frente de una concejalía es delegada por el alcalde o la alcaldesa (que es el caso de Jaén) y tanto ésta última como los propios concejales pueden promover y efectuar cambios al frente de la gestión municipal, al igual que sucede en el resto de administraciones.
Ahora que se van a cumplir dos años de mandato municipal las capacidades de gestión de cada uno de los ediles del equipo de gobierno (también de la oposición) han quedado suficientemente demostradas y en algunos casos ya es tangible que tal y cual concejal tal vez se desenvolvería mejor en otro área o simplemente no tiene demasiada capacidad para estar al frente del cometido que se le enconmendó.¿Es necesario por ello que la ciudad, los vecinos y sus propios partidos deban sufrir hasta el final del mandato su incompatibilidad manifiesta con la función pública que se les encomendó? Quizá sea el momento de que todos los políticos hagan un ejercicio de responsabilidad para normalizar aquellos cambios (que sí se producen en las consejerías o en los ministerios) y un día cercano pueda un concejal abandonar o cambiar su área de gestión sin que sirva como arma arrojadiza política de la oposición y prime el sentido común y el servicio público que hace años abandonó a políticos y dirigentes orgánicos.

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