Manuel, el sistema y el funcionario

Manolo (que es como el español medio, pero con menos pelo en el pecho y un poco más alto) tiene un negocio en Jaén con el cierrre metálico apuntalado porque el local sólo tiende a colgar el cartel de ‘Liquidación’. Se resiste a dejar el negocio que montó su abuelo. Manolo (que también es un poco más rubio que el español medio) recibió la grata noticia hace unos días de que una Administración le había concedido una ayuda de 6.000 euros, que había solicitado a finales del año pasado. Ayer, después de dejar a sus hijos en el colegio y a su mujer en la cola del paro, acudió a formalizar su ayuda y a concretar las condiciones. Una amable señorita le informó de que debería desembolsar él los 6.000 euros y justificar que los había gastado en el fin con que fue solicitada la ayuda y que el año que viene (aproximadamente) la administración le abonaría en su cuenta corriente esos 6.000 euros.A Manolo (que a diferencia del español medio no tiene escondidos billetes de 500 euros bajo el colchón) se le antojó que le estaban tomando el pelo y que no se podía tener la cara más dura. Camino de su negocio pensó también que le gustaría conocer al tal ‘Sistema’ ese al que no hacen más que inyectarle dinero y que es como un agujero negro que todo lo traga y no deja ni las migajas. Y como quiera que a Manolo (que a sus 50 años no tiene gafas como la mitad de los españoles) ningún banco de ese ‘Sistema’ le da ya crédito alguno, se dirigió a su negocio y quitó el madero con el que tenía apuntalado el cierre metálico, que por propio sentido común tenía querencia al cierre, y se fue al bar de enfrente a tomarse una caña.Y allí, Manolo (que en realidad no tiene demasiado parecido con el español medio), se encontró con su vecino Antonio, funcionario de vocación que entró en la Administración gracias a un amigo común que ahora era concejal de postín y que lo hizo eso que llaman personal laboral fijo. Antonio, con su nómina aún caliente en su cuenta corriente como cada 28 de mes, le dijo a Manolo: ¡Venga hombre, que siempre estáis llorando los autónomos! y le contó las fatigas que pasaba él para llegar a final de mes y para comprarle la ropa de marca a sus hijos y para irse el mes de agosto una quincena a la playa. Y Manolo, que siempre fue muy comprensivo contestó: ¡Qué razón llevas!

1 comentario:

  1. Hola Raúl:
    Yo también soy del pueblo de Jaén y suscribo en su totalidad lo que comentas en el vivajaén del día 28 de mayo. Estoy en un curso de FPO, en torredonjimeno y te encuentras que la gente que entorpece el camino son los que no les falta ni leche de hormiga. Pero bueno, esperemos que se pase la pandemia de creer que todos somos iguales, cuando no todos caminamos al mismo ritmo y los que se quedan atrás lo que tienen es que espabilarse, no hacer zancadillas ni obstaculicen a los que tenemos otro ritmo (que encima los respetamos y ayudamo, ¡tiene narices! por no utilizar otra palabra)
    Ánimo y sigue así

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