La nueva oligarquía


Portada del disco de Supertramp 'Crisis'
Dicen los expertos que la crisis comenzó con el crack de las hipotecas ‘subprime’ en el verano de 2007. Hace casi cinco años. Desde entonces, en España han perdido su trabajo 4’6 millones de personas. Más o menos unos 92.000 españoles cada mes. Es como si en una ciudad como Jaén, todos sus habitantes se quedaran sin trabajo en un mes. Y la situación cada vez empeora más.
Nunca la Humanidad estuvo gobernada y dirigida por un grupo sin vergüenzas más grande. Tras cinco años, los líderes de la Unión Europea se reunieron esta semana para abordar el problema del paro juvenil que alcanza los 5’5 millones de menores de 25 años que no tienen empleo en los 27 países de la Unión Europea. En Grecia y España con el 48’6 y 49’6 por ciento, respectivamente, de jóvenes sin trabajo, la situación es escandalosa. Pues han tardado cinco años en reunirse y, ¿saben finalmente de lo que discutieron?: del déficit presupuestario. La cumbre fue monopolizada por la famosa “regla de oro” para evitar el descontrol del déficit, principal culpable de la deuda pública. El otro asunto que primó en las discusiones fue la pretensión alemana de imponer una tutela a Grecia para fiscalizar su contabilidad y obtener garantías de que realiza los ajustes necesarios para pagar su deuda.
Bla, bla, bla. Ese es el resumen de las políticas y las medidas que ha impulsado la Unión Europea para paliar los efectos de la crisis y acabar con ella. ¿Pero qué han hecho los políticos en estos cinco años, aparte de seguir llenándose los bolsillos mientras en la calle el drama es ya insoportable?
La oligarquía es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas. En la Rusia de principios del siglo XX la oligarquía financiera (capital industrial y bancario) controlaba el país, aliada al poder de la nobleza, representada por los zares. Casi cien años después, se reproduce el modelo, con una oligarquía financiera (causante de la crisis), que no elegimos los ciudadanos, aliada a los nuevos caciques y nobles del siglo XXI: la clase política, que lleva décadas perpetuada en el poder, alternándose en el gobierno, vacía de ideología y con un único fin, mantener el actual sistema. Por eso las medidas para poner fin a la crisis caen con cuentagotas, porque hay que acabar con la crisis sin matar a la gallina de los huevos de oro, el sistema financiero. La solución ahora, está en la calle, no en las urnas.

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