Ya he mostrado en alguna ocasión
mi fascinación y admiración por el sexo femenino, o con permiso de José Luis López
Vázquez, déjenme presentarme como “un admirador, un amigo, un siervo, un
esclavo”. Pero también he dado cuenta de lo perturbador y enigmático de algunas
habilidades, o defectos, según se mire, que adornan a señoras y señoritas,
adolescentes y niñas, que en este caso las costumbres pareciera que vienen de
serie.
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Aprovecho para mostrar este bonito bolso Chanel |
Hecha la introducción quisiera
detenerme en uno de los complementos fetiche e inseparables de la mujer: su
bolso, que a su vez contiene la esencia del universo femenino. Eso sí, toda
revuelta, desordenada, caótica. Cuántas veces se han visto en la puerta de la
casa esperando a que su acompañante, que momentos antes, ante tu insistencia
por adelantarte y abrir, te ha dicho: “No te preocupes, si ya tengo yo aquí las
llaves”. También suele ser habitual que las cervezas que te has bebido estén
pidiendo paso con cierta urgencia. “Ya tengo aquí las llaves”, dice mientras
introduce su delicada mano en el bolso y comienza a moverla en irregulares
círculos. ¡Qué misterios ocultan en su bolso para que suene de esa manera! En
alguna ocasión me ha parecido oír campañillas. ¿Por qué suena una campanilla en
el bolso de mi compañera? Pasados algunos minutos insistes en abrir tú la
puerta que bloquea con su cuerpo. “¡Ya, ya!”, responde medio ofendida mientras
las primeras gotas del exceso afloran en tu ropa interior. Casi dos minutos
después, cuando te ve con las piernas entrecruzadas, resuelve diciendo: ¡Ay,
abre tú; es que me pones de los nervios!
Pero no menos desconcertante es
cuando recibes una llamada suya y en el momento en que vas a descolgar el móvil
deja de sonar. La llamas tú. Han podido transcurrir dos segundos desde su
llamada. Pues no lo coge. ¿Dónde coño tiene el móvil? ¿Se ha evaporado en esos
dos segundos? ¿Lo lanza como si de un clavo ardiendo se tratara? Que alguien me
explique, por Dios, qué sucede en esos dos segundos, porque soy una persona
pragmática y reflexiva y he llegado a entender hasta lo de los agujeros negros
del espacio.
jajajaja yo he visto sacar diez mecheros de un bolso, no digo más
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