¿Fortuna o destino?


Dijo Friedrich Hegel que “cuando el hombre reconoce que lo que le ocurre no es sino la evolución de sí mismo, y que la culpa no es sino suya, se conduce como un hombre libre”. Por otro lado, Aristóteles en su libro “Física” explicaba que tanto la suerte (týchē o fortuna) como la casualidad (autómaton o casus) no eran más que causas de algo. La primera tenía que ver con la actividad humana y la segunda con los fenómenos naturales. Para el filósofo griego la suerte o la fortuna (sean buenas o malas) estaban sujetas a una decisión, a una elección. Así, las metas que tratamos de alcanzar en el futuro y las iniciativas que emprendemos están sujetas a nuestra habilidad y empuje para ponerlas en marcha, por un lado, e irremediablemente, a la buena o mala suerte que encontremos en nuestro camino. Por tanto, existiría un factor que no dependería de nosotros y que echaría por tierra lo que llevó a Hegel a determinar que todo es culpa o causa de uno mismo. Es decir, que me toque la lotería no sólo depende de que compre el boleto, sino de que salga mi número, que es lo que se suele decir. Para Aristóteles “la suerte es una causa accidental que concurre en las cosas que se hacen para algo y que son objeto de elección”. Por tanto, se podría decir que la suerte es causa de un accidente, de algo que escapa a nuestra voluntad, de lo que no tenemos control ni capacidad de decisión sobre él.

Y como quiera que el ser humano aún no conoce la causa de algunas de las cosas que suceden, las mismas que Aristóteles definió como accidentales, en algún momento de la historia del hombre y del pensamiento, comenzó a llamarse a esta circunstancia 'destino', que no es otra cosa que admitir que, por mucho que Hegel se empeñara, estaríamos sujetos a un plan. Y si hay un plan alguien lo ha trazado. Y quien lo haya trazado lo ha hecho con algún propósito y a mí ese propósito, tal y como veo que evolucionan las cosas, no me convence. Porque de ser así no quedaría espacio para el libre albedrío, para el hombre libre. Y yo aún me considero un hombre libre, quizá encerrado en la cárcel de las decisiones que no se toman en mi ámbito de acción, en las circunstancias que me rodean y completan como hombre, que decía Ortega. Por eso prefiero pensar que todo lo que pasa es fruto de la mala suerte, de la fortuna y no del destino, porque si algún día tengo la certeza de que es fruto del destino, empezaré a meterle fuego a todo y a todos, empezando por el jodido escritor.

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