Los 400 golpes

Antoine Doinel, protagonista de 'Los 400 golpes'.
Jaén es como Antoine Doinel, el niño protagonista de 'Los 400 golpes', la ópera prima de François Truffaut, que ahora cumple 60 años y que abrió una de las tendencias culturales más interesantes del siglo XX, la 'Nouvelle Vague', unas veces brillante y transgresora y demasiadas esnob, ridícula e incluso grotesca, como nuestra movida de los 80. Doinel (personaje biográfico basado en Truffaut), como Jaén, creció solo, con una familia que no le quiere. Hijo de una madre soltera muy severa y con un padrastro displicente el joven Antoine lucha por sobrevivir en un entorno hostil.

Nuestra ciudad y provincia también sobreviven en un entorno hostil: el que le propician los mismos jiennenses con su apatía, conformismo y conservadurismo decimonónico y el de las administraciones, ensimismadas y esforzadas en mover cada día su maquinaria propagandística. En ese entorno descuidado y negligente para Jaén se suceden los castigos y la indiferencia. Sin embargo, al contrario que ocurre con el personaje de 'Los 400 golpes' (ya quisiéramos tan insignificante cifra para nosotros), Jaén acepta estoica y en un silencio ruin cuantos castigos y golpes se le imparten, en lugar de escaparse como el joven Antoine y rebelarse contra la tiranía familiar. El último correctivo ha venido a la par de la administración Central, en perenne y caduco modo avión, y de la autonómica, que a su ruina hay que sumarle la inexperiencia y en algunos casos ineptitud de sus inquilinos. El Museo Ibero, que ahora quieren vestirnos de Nacional, cuando hace décadas lo dejaron en pelotas hurtándole su noble indumentaria 'Internacional' y de 'Arte' sigue su triste trayectoria de agravios desde que en 1997 comenzara su carrera. El próximo 11 de diciembre se cumplirán dos años desde que el rey Felipe VI (para visitas reales si contamos cada cierto tiempo) inaugurara el edificio y la exposición permanente más larga de la historia "La Dama, el Príncipe, el Héroe y la Diosa". Dos años que se suman a los veinte anteriores; dos años que hay que unir a otros cuatro como mínimo que nos quedan para poder contemplar la mayor exposición de arte íbero del mundo. La inclusión en la Red Nacional de Museos por imperativo legal para poder albergar los fondos del Museo Provincial que son titularidad del Estado no es porque alguien en las altas esferas haya dicho: “Oye este museo es interesantísimo, tiene que ser Nacional para que lo dotemos de un gran presupuesto y se convierta en un gran foco cultural en el territorio donde habitaron los iberos, una de las culturas más importantes del Mediterráneo en la antigüedad”. Ni mucho menos, la única motivación es legal, administrativa, preceptiva por las distintas titularidades de las piezas. De hecho el Gobierno central nunca ha hablado de financiación exclusiva, sino compartida con la Junta de Andalucía, que aprovechando la coyuntura ha parado la licitación del proyecto museográfico, que debería haberse realizado mientras se construía el edificio.

Hay veces que el sarcasmo y la ironía no sirven para denunciar las injusticias que esta tierra aguanta de forma indigna y cobarde. Hay veces que como Antoine hay que rebelarse y huir, para que quienes nos fustigan sepan que no siempre seremos cautivos y que algún día morderemos la mano que nos arroja de forma miserable y dolosa las migajas del manjar que entre todos le servimos en sus mesas.

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