Los guiñoles

La tradición del humor, la ironía, el sarcasmo y la socarronería como crítica social ha tenido siempre en España claros ejemplos de maestría. La dictadura de Franco hizo que ese humor tan español tornara en sublime sutileza para esquivar la censura, tan torpe como ignorante y burócrata. Películas como 'El Verdugo' o 'Bienvenido Mister Marshall', ambas dirigidas por Luis García Berlanga con guiones de Rafael Azcona, Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura son ejemplos claros de esa denuncia dramática magistralmente envuelta en una liviana burla. Fue precisamente Miura quien fundó en 1941 una de las revistas cómicas más importantes y con más trayectoria de nuestro país, 'La codorniz'. Sin embargo, a pesar de su genialidad y sutileza, fue el imaginario colectivo el que creó algunos de los mejores chistes, que realmente nunca existieron, aunque siguen circulando como otras muchas leyendas urbanas. "Reina un fresco general procedente de Galicia que tiende a dominar a toda la Península". Este parte meteorológico referido a Franco, que nunca llegó a publicarse, según explicó el que fuera el director de la revista durante 33 años, Álvaro de Laiglesia, es un ejemplo de cómo el humor trasciende a la gravedad y se convierte en el relato más objetivo de lo que acontece.



Hoy con la política está pasando lo mismo. Hace dos años, cuando arrancaba lo que se ha denominado como 'el procés' (término ambiguo y kafkiano) la revista satírica francesa 'Charlie Hebdo' se mofaba en su portada de las intenciones del independentismo catalán, encabezado entonces por el prófugo Carles Puigdemont, y comparaba a los catalanes con los corsos.  En su editorial se preguntaba:  “¿De qué destino trágico quieren liberarse los catalanes hoy? La independencia de Cataluña no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni de permitir que la economía prospere, puesto que ya lo hace y, menos aún, para obtener el derecho de hablar una lengua autorizada desde hace mucho tiempo”.


¿Recuerdan “Las noticias del guiñol”? Para los más jóvenes, que superan en número a los mayores que nos leen, créanme (otro día daré cifras para tapar bocas), se trataba de un informativo de humor político protagonizado por guiñoles. Se emitió desde 1995 en Canal+, y más tarde también en Cuatro hasta que desapareció en 2008. Los guiñoles enfatizaban los defectos, muletillas y extremos programáticos de nuestros políticos provocando un equilibrio entre el esperpento como espectáculo y el ejercicio de la responsabilidad de la gestión pública. Hoy ese equilibrio ha desaparecido y los políticos superan con creces a los guiñoles. Ya no hay contrapunto. Por eso el humor es fundamental como parte de la comunicación, porque cuando hay déficit democrático denuncia la realidad social con la crudeza que requiere la falta de libertad y cuando hay democracia ridiculiza los extremos.
La derecha facha española está hiperventilando y cuando pide orden lo que quiere decir es mano dura y recortes de libertades. Y el nacionalismo catalán, como otros tantos nacionalismos supremacistas económicamente hablando, disfrazados de izquierda  trasnochada y radical, lo que quiere realmente en este momento es anarquía, la ausencia de las reglas sociales establecidas para cambiarlas por otras sin condiciones objetivas que lo refrenden, simplemente por una falsa idea de libertad, con un grupo de guerrilleros antisistema que actúan como punta de lanza. Mientras tanto, quienes hieren con adoquines a los policías ejerciendo su labor con la mesura que el mando político les reclama y queman las calles de Barcelona no se dan cuenta de que comparten consignas con los maltratadores y terroristas machistas: O eres mía o te mato. Muy democrático. Y todo movido por los hilos de algunos de los mayores y más esperpénticos guiñoles que ha dado la democracia en lo que llevamos de siglo, Carles Puigdemont y Quim Torra, protagonista de un video que bien podría haber firmado Berlanga.

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