No es lo mismo


Ayer, Antonio y Juan se levantaron a las siete y media de la mañana. Pusieron la radio y, mientras se desperezaban, escucharon las últimas noticias sobre la nacionalización de Bankia y sobre la primera ola de calor del año. Tras la ducha, Antonio salió de casa. Tenía una cita importante en el banco para solicitar un crédito ICO y poder así montar un pequeño negocio familiar. Antonio lleva cuatro años parado y ha terminado de cobrar todas las ayudas. Juan también se duchó y tras pasar unos minutos eligiendo traje y corbata salió a la calle. El chófer lo estaba esperando. Comentaron la victoria del Atlético de Madrid y a las nueve entró en el despacho de su partido. Buscó en los periódicos alguna noticia que hablara sobre él y llamó a su jefe de prensa. Tras un breve repaso a la actualidad política le encargó varias tareas, entre ellas, una nota de prensa sobre las ayudas de su gobierno a emprendedores. A las diez, Juan abandonó el despacho del partido y se dirigió al del Ayuntamiento. Esta vez fue andando.
 
Mientras tanto, Antonio llevaba una hora esperando para hablar con el director de la sucursal bancaria en la que tenía cuenta desde que era estudiante. En la última semana había recorrido todos los despachos de las administraciones en busca de ayudas para montar su negocio, pero los recortes y las cercanas elecciones las tenían en suspenso. A las diez y media lo recibió el director, con el que mantenía un trato cordial desde hacía años, cuando le diseñó y construyó su casa como aparejador. A la entrada del Ayuntamiento a Juan lo increparon unos trabajadores que llevaban cuatro meses sin cobrar porque su concejalía les debía más de un millón de euros. Les sonrió, y al pasar la puerta dibujó un gesto de desprecio. Ya en su despacho municipal llamó a su jefa de prensa y le dijo que hiciera una nota denunciando conductas incívicas entre los manifestantes. Luego pasó un par de horas delante del ordenador, siempre muy pendiente de su twitter. Pasada la una de la tarde salió del Ayuntamiento tras encargar que al día siguiente lo recogiera el chófer para ir a una reunión de coordinación de los nuevos parlamentarios, un nuevo cargo en su prometedora carrera política. 

A esa hora Antonio ya estaba en casa preparando la comida con la sospecha de que no le concederían el crédito dada su situación. Juan, tras grabar una entrevista en la televisión municipal, almorzó con el director de un medio de comunicación. Antonio pasó la tarde leyendo y jugando con su hija. Juan, jugando al pádel. Por la noche, antes de acostarse, Antonio vio en las noticias locales a Juan, su viejo amigo de instituto: “No puedo dormir pensando en los miles de parados que el anterior Gobierno dejó en esta ciudad”, declaró a los periodistas. A la una, Antonio y Juan se metieron en la cama. Antonio besó a su mujer y le dijo que no se preocupara, que todo iba a salir bien. Juan durmió solo: su mujer aprovechó el buen tiempo para ir al apartamento de la playa.

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