Carlos Sánchez, un buen hombre


Hace ya dos meses que la página de VIVA JAÉN preguntaba a sus lectores en la red si creían que el ex presidente del Real Jaén, Carlos Sánchez, debía apartarse completamente del club blanco. No recuerdo si ganó el ‘sí’ o el ‘no’, sinceramente. Sin embargo, recuerdo a un lector habitual de este periódico que durante más de un mes estuvo recortando la pregunta (que también sale en la edición impresa) y trayéndola a la redacción para que trasladásemos su voluntad a la página web, a la que él no tiene acceso desde su casa. El joven lector quería que Carlos Sánchez se quedase y lo pedía por favor.

He de reconocer que hace tiempo que no le presto al fútbol la atención que se merece y que pocas veces he acudido al estadio de ‘La Victoria’ para animar al Real Jaén. Como la mayoría de jienenses ávidos de alegrías y buenas noticias me he dejado llevar por la satisfacción contenida de los play-off de ascenso en los que los blancos estuvieron a punto de subir a Segunda B. Y recuerdo muy bien a cientos, no sé si miles de aficionados cacareando la voz de sus jugadores y de su presidente en la entonces arbolada plaza de Santa María. Era para la ciudad Carlos Sánchez el mejor presidente que podía tener el Real Jaén (ojo, lo llevaba siendo algunos años ya). Tras una serie de desafortunados acontecimientos que están en la memoria también de todos, el que fuera el mejor, se convierte en un forajido, en un apestado, en un indeseable. No conozco a Carlos Sánchez más de lo que mi profesión me ha permitido, que es muy poco, pero estoy convencido de que ni todo era tan bueno cuando se le quería subir a los altares, ni todo es tan malo ahora que el club tiene el agua al cuello. De lo que sí habla mucho y mal esta situación es de la ciudad y sobre todo de la afición del Real Jaén. Un pueblo que no respeta a quienes ha puesto como líderes y que vive pendiente de falsos becerros de oro a los que sustituye sin piedad según sople el viento no es muy de fiar. Estoy seguro de que Carlos Sánchez hizo muchas cosas mal (en alguna ocasión lo ha reconocido él mismo), pero a mi siempre me pareció un buen hombre. Ahora también.

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