‘Non para de llover, rapaza'

Non puedo evitar desde algún tempiño que el accent galego brote de mi boca en una especie de mestura de idiomas. Incluso cando escribo algunas palabras d’os meu cerebro salen en el idioma de Rosalía de Castro. Nin puedo evitar que desde algún tempiño haya cambiado el cocido por el pote galego. Estes incesantes aguas que paracen haberse quedado como huesped gorrón y cansino, han turbano miña terra jienense y agriado el carácter de sus persoas, que non sabían de tanta agua de tempos moito distantes.Me cago en mi pena negra, caraio. Ayer, después de camiñar largo tempo, empapadiño, sorprendime cantando esta letrilla: “¿Que din os rumorosos na costa verdecente, ao raio tansparente do prácido luar? ¿Que din as altas copas de escuro arume arpado co seu en compasado monótono fungar?” Bella y emotiva, sin duda, su música brotó de mi boca como otrora brotara el himno de Jaén o Andalucía, pues, tras secarme los pies en miña casiña, conta dime de que se trataba del himno galego, cago en la pena negra. Eu dous meses con los zapatos y los pies mojados y témome mucho que este dichoso agua non me deje plantar las papas, que ya va siendo tempo. Por esta razón (y porque temo cambiar mis fresquitas cañas por ribeiriños) encomendádo me he a todos los dioses que en los tempos hubo en la tierra. Primeiro fue una rogativa a todos los santos cristianos. Despois mandé boteilas con mensajiño para que todo os dioses pudieran axudarnos. Mandé al señor griego del rayo, el trueno, el relámpago y la lluvia, Zeus. Mandé, ademais a Tláloc, dios azteca de la lluvia; a Chaac, el dios maya de la lluvia; al dios báltico Perkunas, al hindú Maruts, al afro-brasileño Lansán y al espíritu femenino japonés de la lluvia Ameonna. Non respuesta aún, rapaza. Moito me temo que esto va para largo, pero aunque me llegue el agua hasta los hueviños, non voy a cambiar ni la miña tostada de aceite de oliva virgen por mantequilla, ni Nuestro Padre Jesús Nazareno por Santiago, aunque cierren España.

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