La calle del Juego de la Pelota

Desde la Plaza de Santa María con su centinela renacentista buscaban los niños con sus juegos el arrabal de Santa Ana. Fueron aquellos lentos años los que, siguiendo la antigua muralla arrebataron a los huertos de Jaén su fértil tierra y trazaron una calle que sirvió para practicar el juego de pelota. No hubo elección en un principio y se conoció como calle del Juego de la Pelota. Con el paso de los años y el creciente fervor por Jesús, a partir del siglo XVII comenzó a llamársela también Carrera de Jesús, hasta que en 1898 el Ayuntamiento la bautizó como calle de Juan Montilla. Sin embargo, la iniciativa no tuvo éxito y volvería a convertirse en la señorial Carrera de Jesús, cuyos distintos niveles fueron salvados con jardines, cantones y rampas que la convirtieron en una de las más bellas de la ciudad. Al portillo de San Sebastián y el Arco de los Dolores, la Iglesia del Convento de San José y el Camarín de Jesús (ya recuperado), el Convento de las Carmelitas Descalzas, el antiguo palacio vecino (donde se ubicará la obra social de la reunificadas Unicaja y Caja de Jaén), el Torreón del Conde de Torralba, las antiguas cocheras de Bomberos convertidas en Vivero de Artesanos y el esperado Palacio de los Condes de Corbull (que se convertirá en residencia de mayores), el Ayuntamiento ha querido poner su granito de arena con un inquietante y anacrónico edificio para oficinas de la Policía Local y los Bomberos. Ahora que la Carrera de Jesús parecía recuperar el aspecto señorial perdido a lo largo del pasado siglo, gracias a la rehabilitación de tres edificios emblemáticos, el Camarín y dos de sus palacios, viene el Ayuntamiento (que da el visto bueno a los proyectos que presentan los arquitectos, no lo olviden), y no contento con errar con la plaza de Rosales, en medio del debate de la necesidad de cuidar el entorno de la Catedral y del inicio de las primeras obras de remodelación, nos ofrece unos bajos convertidos en oficinas azul marino de ira, que diría mi madre, y plateados caracteres. ¿Para qué quermos cámaras en la Catedral que eviten pintadas si quienes han diseñado y construido estas oficinas sonríen cada día mientras pasean por la calle del Juego de la Pelota?

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