¡Ay, mísero de mí!

El origen de autobús como medio público de transporte se remonta a Nantes (que hoy cuenta con un bonito tranvía que circula por sus ilustradas calles). En 1826, Stanislav Braudy, propietario de unos baños públicos tuvo la idea de facilitar el acceso de los clientes a sus instalaciones, ya que quedaban muy lejos del centro de la ciudad. Así, con su correspondiente y legal autorización municipal, desarrolló un servicio de transporte que conectaba el centro de Nantes con sus baños. Aquellos primeros autobuses estaban tirados por caballos.

No se trata de dar elocuentes ideas a empresarios del sector en Jaén, en cuanto a lo de los caballos se refiere, no vayamos, so pretexto de dotar de un atractivo turístico más a la capital, a que jamelgos tiren del carro a partir de ahora. Eso sí, todo se andará si se pierde la guerra...  En cualquier caso, antes de dar pasos de gran calado como el rescate de la concesión del servicio de autobuses urbanos en la capital deberíamos reflexionar. Tengamos en cuenta que la empresa lleva con nosotros desde 1961, la friolera de 58 años. ¿Acaso no forma parte ya del costumbrismo jienense como pasó con Furnieles, el bar Sanatorio, La Perdiz o la recuperada cerveza El Alcázar? ¿Qué será de este Jaén desprendido, sin más raigambre emocional que su Catedral y su otro Castillo? ¿Qué será del sanfelipeño medio (porque todos los autobuses llevan a San Felipe, no sé si se han fijado) cuando se vea obligado a circular en un autobús donde no corra peligro de partirse la crisma en cualquier momento? ¿Qué criticarán los usuarios cuando tengan un servicio eficiente? ¿Qué harán los conductores cuando todas las puertas funcionen? ¿A quién gritaremos cuando el conductor cierre la puerta antes de tiempo a pique de matar a una octogenaria? Y cuando no sea necesario preguntarles hacia dónde va el autobús porque el itinerario esté indicado no solo en la parada, sino en el propio vehículo y digitalizado para que la Generación X no se sienta desarraigada, ¿con qué se entretendrán, angelitos míos, esos conductores cuya vocación no ha sido otra siempre que la del servicio público?

Cuidado señores munícipes que cuando le quitemos al jienense una de sus válvulas de escape la cólera puede volverse contra ustedes, avezados defensores del bien común. No sé si Jaén (y el PP) podría resistir tan onerosa afrenta. Incluso voy más allá. ¿Nadie ha pensado en el padre? ¿Y nadie en el hijo, en esa criatura a la que van a cercenar no solo su futuro, sino el de futuras generaciones de lustrosos, diligentes, resueltos y dinámicos empresarios? ¿Acaso no tienen ustedes corazón? ¿Acaso se les ha pasado por la cabeza un Jaén mejor? Incautos.

Mediten, serénense, recójanse en la oración y de manera sosegada e impávida tomen la decisión que estimen oportuno. Y si finalmente deciden rescatar el servicio, ¡ay, mísero de mí!, cuenten con un sanfelipeño medio cansado de tanta tiranía

No hay comentarios:

Publicar un comentario