¿Accesibilidad para todos?

Vicente, que acaba de abrir un magnífico bar en la plaza del Pato (ya era hora de que alguien apostara por un establecimiento hostelero de calidad dentro del casco antiguo y no en la entrada), no ha tenido más remedio que cumplir escrupulosamente cada una de las exigencias legales que la Administración dicta sobre accesibilidad para discapacitados, que no entiende de metros cuadrados y de distribución del espacio. Las medidas para discapacitados físicos son las mismas para locales de 500 o de 30 metros cuadrados.
Vicente, que hubiera preferido decidir cómo distribuir el espacio de su inversión, entiende que los locales deben ser accesibles a minusválidos y personas con movilidad reducida (que son muchos a partir de las dos de la madrugada). Es más, recibiría con alfombra roja si fuese necesario a Álvaro Alcalde Gutiérrez, el jóven minusválido cuya discapacidad tuvo que ser valorada por un juez en plena calle porque no podía acceder al palacio de la Audiencia Provincial.
Sin embargo, el padre de Álvaro tuvo que soportar que la secretaria del juzgado de Primera Instancia número 6 de Jaén le mostrara su desprecio porque durante casi una hora había hecho todo lo posible para que su hijo pudiera asistir a la vista que tenía prevista celebrarse dentro del juzgado y no en el aparcamietno de la Audiencia, donde los coches de los funcionarios bloqueaban el vergonzoso acceso para minusválidos que tiene el edificio. En su flamante coche sacó su mano por la ventanilla y la agitó como quien dice ‘¡anda ya, chalao! Cuidao la que ha liao porque no ha podido subir a su hijo parapléjico a la sala de vistas’.
Y eso es todo. Al padre sólo le quedará impotencia y rabia; a mí el más profundo desprecio por la señora secretaria, pero nadie abrirá un expediente a la Audiencia, al Juzgado, a la Delegación de Justicia, a la Junta de Andalucía. Eso sí, ándesen con cuidado todos los ‘vicentes’ que quieran abrir un negocio que ahí serán implacables con sus multas.

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