La Carrera

No hombre, no. No sean ustedes mal pensados. Que el Ayuntamiento haya levantado por tercera vez la acera de La Carrera no responde a una decisión caprichosa de quienes gobiernan esta ciudad. Que en Jaén somos muy dados a criticar y zafarnos del prójimo a las primeras de cambio, mucho más cuando se trata de políticos cuya única vocación es contribuir al bien general de esta ciudad. No entren ustedes en la crítica facil y demagógica cual oposición desterradadel sillón de mando. Como cuesta lo mismo pensar mal que hacerlo bien, seguro que hay una razón de peso para que esta faraónica obra, largamente demandada con prioridad por los jienenses, haya tenido que modificar en varias ocasiones su proyecto original (del que se han encontrado vestigios bajo una decena de rectificaciones consecuencia del despiste u olivido de algún técnico, que los políticos dieron instrucciones bien precisas de la ejecución: “vamos a dejar La Carrera de primorosa que no la va a conocer ni Bernabé Soriano” o algo así). Pues eso.
Como quiera que la crisis se ha instalado en nuestros hogares y sillones, privándonos del ocio que antaño nos llevaba a las cristalinas calles de la ciudad, de ‘delicatessen’ gastronómicos y de algún que otro caprichito de vez en cuando (caprichazos los más afortunados), y como quiera que aparte de la ‘okupación’ que de nuestra cotidianidad ha hecho la recesión y la patada a la puerta que el paro le ha dado al mercadillo laboral de Jaén, los técnicos de la obra de La Carrera (por Dios no caigamos en culpar a los políticos, que ya he dicho que ellos no quieren más que el máximo bienestar para los jienenses) pudieron pensar: ¿qué van a hacer estos chiquitos con el paro que hay en la construcción cuando acabemos de poner el inédito acerado de La Carrera?; ¿los vamos a mandar a su casa por Navidad con apenas un mes cotizado?; ¿dónde los vamos a emplear si ya hemos acabado la obra de la rampa de acceso al Ayuntamiento y hemos traído los patitos al parque de La Victoria y hemos colocado una hormiguita en el Parque Empresarial y con una bolsa municipal de seis mil almas?Desde luego la perspectiva era desalentadora.
Pues lo más probable es que pensaran hacerlo en varias fases, como el Bulevar, o como la autovía a Albacete. Y así, primero hicieron una acera. Y como vieron que quedaba bien y les gustó, cruzaron la calzada e hicieron la otra acera. Y cuando las tuvieron las dos bien terminadas pensaron: “mira que bonico está esto, vamos ahora a colocar las farolas en su sitio, porque como nos ha quedado tan bien, para qué lo íbamos a hacer antes, no fuera que saliese mal”. De este modo consiguiron dejar atascado, haciendo sonar su claxon y pidiendo paso, al señor Desempleo. Y una vez que hubieron puesto las farolas en su sitio, echaron un vistazo más detenido a la segunda acera que habían hecho y no les gustó demasiado lo que veían. Estaba recta. Con lo primorosa que había quedado la del cine Cervantes serpenteando caprichosamente por Bernabé Soriano. El problema es que todo el material estaba en la otra acera por lo de las farolas y trasladarlo para rectificar su rectitud iba a ser ya pasarse y alargar demasiado la obra, ‘que la gente no es tonta’. Y pudieron pensar: “bueno, vamos a poner recta la que estaba bien, que tampoco tienen porqué darnos un premio con la primera obra”...
Publicado en Viva Jaén el 26 de noviembre de 2008

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