Un refugio para la memoria

Fue la sinagoga de Jaén. Más tarde, en el siglo XIV, iglesia de Santiago, cuyas últimas ruinas se perdieron a lo largo del siglo XIX. En la Guerra Civil Española se convirtió en un refugio antiaéreo, después del bombardeo del 1 de abril de 1937. Ahora 71 años después, descansa bajo la plaza de Santiago a la espera de que lo sepulten en el olvido definitivamente o de que el Ayuntamiento de Jaén acepte la petición de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que pretende recuperarlo como un museo, iniciativa que ya solicitó en 2003 la asociación Iuventa.
Eran las cinco y veinte de la tarde del 1 de abril de 1937 cuando seis trimotores ‘Junkers’ de la legión Cóndor bombardearon la capital. La fatídica hora quedó marcada en el reloj de la iglesia de San Ildefonso durante meses. Apenas un minuto antes Venceslao Padilla de la Torre, que regresaba junto a sus compañeros de trabajo de la obras del frenopático de “Los Prados”, vio como los aviones aparecieron tras las Peñas de Castro. “Rápidamente salimos corriendo de nuevo hacia la obra, para resguardarnos. Aquel fue el más largo”, recuerda. El balance fue de 159 muertos y 280 heridos. En aquella fecha la ciudad apenas contaba con refugios antiaéreos, de ahí el elevado número de víctimas. Según recogió el archivero municipal Juan Cuevas Mata en una crónica publicada por ‘Senda de los Huertos’, al día siguiente se contituyó una comisión compuesta por el Frente Popular local y el Ayuntamiento de Jaén “con el objetivo de dotar a la ciudad de un mayor número de refugios antiaéreos”. El proyecto se encargó a los arquitectos municipal y provincial, Antonio María Sánchez y Luis Berges Martínez, respectivamente. Cinco días después presentaron el proyecto, que contemplaba seis refugios, situados en la plaza de la Magdalena, de la Merced, Martínez Molina, plaza de Santiago, San Juan y San Ildefonso. El presupuesto ascendió a 1.329.971,44 pesetas.
Ahora, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Jaén ha solicitado formalmente al Patronato de Cultura del Ayuntamiento que el refugio de la plaza de Santiago, que aún se conserva, se convierta en un “museo de la memoria”, según explica su portavoz, Miguel Ángel Valdivia. La intención del equipo de Gobierno municipal de ubicar un aparcamiento en esa plaza ha servido para que la asociación solicite por escrito “que se conserve y ponga en valor este refugio”. Una iniciativa a la que se suma la Asociación Socio-Cultural de Voluntariado Iuventa, que presentó en agosto de 2003 una solicitud para rehabilitar el refugio antiaéreo. En la actualidad, el imueble está ocupado por Sevillana-Endesa, pero conserva intacta toda su estructura. Venceslao Padilla, que tenía 16 años en el conocido como Guernica andaluz, recuerda que el refugio de Santiago fue construído en tiempo récord y que se utilizaron piedras de mampostería, hormigón, traviesas del ferrocarril y todo tipo de material que pudiera servir para diseñar aquel búnker de más de 1.000 metros cuadrados, construido en su mayoría por reclusos de la prisión provincial.Por su parte, Miguel Ángel Valdivia, explica que al final de la Guerra Civil Española, se habían construido en la ciudad hasta 35 refugios. “Afortudamente, las obras del albergue juvenil sirvieron para que se recuperara el que se ubicó bajo el Hospital San Juan de Dios, que tenía un quirófano para atender a los heridos graves, muchas veces dañados no por la metralla, sino por las aglomeraciones que se producían en los accesos. El otro refugio que se conserva es el que tanto Iuventa como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica piden que no se destruya: el más grande, el de la plaza de Santiago. Recientemente, el Ayuntamiento de Almería ha recuperado el que hasta el momento es el refugio antiaéreo más extenso de Europa, con más de cuatro kilómetros, uno de ellos abierto al público, y conservado íntegramente, ya que su arquitecto, Guillermo Langle, vertebró la ciudad de norte a sur bajo las calles y avenidas de Almería, por lo que las posteriores obras en los edificios no afectaron a su recorrido. Venceslao Padilla, que ahora tiene 86 años, también apoya que se recupere en Jaén, no sólo por mantener viva la memoria, sino por motivos muy personales. “Una vez que estuvo construido, mi padre, Rafael Padilla Castro, fue nombrado encargado”, explica. “Los aviones siempre venían por el sur, desde Los Villares y luego se iban en dirección a Córdoba. Yo vivía en la calle Positillo y recuerdo como todo el mundo corría hacia los refugios cuando sonaban las alarmas”. Según recoge también Juan Cuevas en su crónica, tras el bombardeo se organizó un sistema de señales, “que consistió en la instalación de dos sirenas de gran potencia, una en la Catedral y otra en la estación de ferrocarril, para avisar con cierta antelación a la población de la presencia de los aviones”.
Un laberinto subterráneo de 1.300 metros cuadrados
El refugio de la plaza de Santiago cuenta con 1.300 metros cuadrados distribuidos bajo la plaza, formando un pequeño laberinto donde se refugiaban los jienenses durante los bombardeos de la guerra civil. Contaba con cuatro entradas, todas ellas en la calle Almendros Aguilar. En el Estudio Arqueológico, llevado a cabo con motivo de las obras de remodelación de la plaza a principios de los años noventa, se destacó el singular valor de este espacio, y en su diagnóstico, los arqueólogos Juan Carlos Castillo Armenteros y María del Carmen Pérez Martínez, abogaron por su conservación y puesta en valor.

Publicado en VIVA JAÉN el 2 de octubre de 2008

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