Naves más allá de Orión

 "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser”. Hoy por hoy, poco se me antoja que vio el bueno del replicante interpretado por Rutger Hauer en Blade Runner, para lo que hemos visto todos nosotros desde el mes de marzo. No voy yo a mover la mierda, los dioses me libren, con el apocalipsis pandémico al que estamos sometidos por todas partes, pero sí quiero hablar, entre tanto ensimismamiento mediático de la desgracia, de algunas buenas cosas que nos ha traído el coronavirus.


Y debo de empezar por el fútbol. ¡Qué glorioso parón vivimos los ajenos al peloteo! ¡Qué tardes de domingo sin el soniquete del carrusel que el vecino se empeña que escuche todo el barrio, sin los goles cantados, sin los “tus muertos” a esos pobres árbitros, eternos pedrosimones de la ira balompédica!

Sublime fue también el apagón familiar con cuñaos durante meses, tanto, como esas ineludibles reuniones con viejos conocidos que cada cierto tiempo te atosigaban por wasap para juntarte a recordar las batallas de la infancia, algunas, tan distorsionadas, que nada tienen ya que ver con lo que sucedió en realidad.

¿Y qué me dicen de las banderitas de España? Quien les iba a decir a los chinos de este país que venderían tan ingente cantidad de orgullo patrio, más incluso que mascarillas.

Maratones interminables de series, con esporádicas incursiones hasta en el universo Anime, revisiones de viejas películas de serie B, como “La parada de los monstruos” o “Reanimator”, o memorables reencuentros con reposiciones televisivas como Pretty Woman o Mázinger Z.

La pandemia ha provocado incluso que algunos se zambullan en la lectura del principio de un libro. ¡Qué placer volver a colocar el señalador de páginas de Metrópolis con su “Hasta aquí he leído”.

 Y qué decir de la renovación automática de medicamentos sin tener que acudir a tu centro de salud a que una legión de dolientes te pregunte nada más cruzar el umbral de la sala de espera: ¿Usted para qué hora tiene?

Nada ha cambiado como decían y poco va a cambiar cuando esta pandemia termine, pero no está de más pararse un segundo para sonreír y mirar con un filtro distinto todo lo que pasa, porque además del minuto y resultado de los contagios, la vida sigue, el mundo gira y las noticias que no vemos se suceden en todo el mundo a cada instante, a cada segundo.

Busquen. Hay naves que siguen atacando más allá de Orión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario