El cerro de Santa Catalina de Jaén


CRÓNICA DE LAS PRIMERAS JORNADAS JAHENCIANAS

“PATRIMONIO HISTÓRICO Y NATURAL DEL CERRO DE SANTA CATALINA: POSIBLES USOS Y CONEXIONES CON AL CIUDAD

Celebradas el 20 y 21 de junio de 2019

Texto: Raúl Beltrán. Fotos: Ramón Guirado/M. A. Corbella

“Todavía estamos a tiempo de salvar la muralla”. Hasta en tres ocasiones lanzó este mensaje el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Jaén (UJA), Juan Carlos Castillo, en la conferencia inaugural impartida junto a su colega y también miembro del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA, José Luis Serrano, dentro las Primeras Jornadas Jahencianas sobre el Cerro de Santa Catalina.


Antiguo Hospital San Juan de Dios.
El programa Jaén Genuino de VIVA JAÉN daba un salto cualitativo en la defensa y revitalización del conjunto histórico de Jaén programando las primeras jornadas, que bajo el título “Patrimonio Histórico y Natural del Cerro de Santa Catalina: posibles usos y conexiones con la ciudad”, pretenden integrar patrimonial, medioambiental y turísticamente una de las señas de identidad de la capital, el cerro de Santa Catalina.

A lo largo de dos días los más de 70 inscritos descubrieron aspectos singulares sobre el cerro. Desde los distintos asentamientos, el estado de las murallas, la distintas fortalezas y los restos que quedan, así como la sucesión de periodos constructivos, el camino islámico de acceso a la fortaleza y su próxima recuperación, su relación con las guerras púnicas, su historia geológica única y la integración de ese patrimonio desconocido e ignorado, el agua como hilo conductor, la educación ambiental y los usos turísticos y medioambientales. Nunca antes se había recopilado en un único foro tantos aspectos sobre la importancia del cerro de Santa Catalina.

Primera jornada

Tomás Roldán, gerente VIVA.
La recuperación del camino medieval hacia el Castillo, que llevará a cabo una escuela taller, según el proyecto municipal, podría ser el inicio de la recuperación del cerro de Santa Catalina y de toda su riqueza patrimonial, monumental, natural, geológica y turística. Con ese hilo de esperanza ya asido, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Jaén (UJA), Juan Carlos Castillo, y su colega y también miembro del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA, José Luis Serrano, abrieron las I Jornadas Jahencianas. Serrano inició su intervención mostrando como Lleida, una ciudad similar a Jaén, había integrado y puesto en valor su cerro y su castillo, para a continuación hacer un recorrido por los primeros poblamientos de Jaén en el yacimiento de Marroquíes Bajos hace 4.600 años. Por lo que respecta al cerro de Santa Catalina sería en el primer milenio antes de nuestra era (a.n.e.) cuando se puebla el cerro. Aquella ciudad es coetánea a la de Puente Tablas y curiosamente, según explicó José Luis Serrano, se dan dos circunstancias: mientras que de la del cerro se conoce todo sobre la vida en su entorno, pero nada del oppidum, de la de Puente Tablas se conoce casi todo de cómo vivían en el oppidum, pero nada del entorno. José Luis Serrano explicó también la riqueza agrícola de la margen izquierda del Guadalbullón, frente a la baja fertilidad de la otra orilla, algo en lo que más adelante ahondaron los geólogos. Esta circunstancia hizo que la dispersión de habitantes por la depresión de la Magdalena fuera alta, hasta que las guerras dieron lugar a las primeras murallas y a la concentración de sus habitantes. Serrano concluyó que a lo largo del siglo III a.n.e. ya se contaba con un amplio territorio con canalizaciones y silos.

José Luis Serrano Peña y Juan Carlos Castillo Armenteros.


En ese punto el catedrático Juan Carlos Castillo continuó la conferencia inaugural “Evolución histórica de los asentamientos del Cerro de Santa Catalina. Propuestas desde la investigación Histórico-Arqueológica”, de forma muy reivindicativa. Recordó que 1992 y 2002 son los primeros contactos con la estructura defensiva del cerro. “Si no ponemos remedio en pocos años no tendremos muralla en el cerro de Santa Catalina”, arguyó.

Castillo mostró la vista de Jaén de Anton van den Wyngaerde del año 1567 en la que se aprecian las murallas medievales y recordó que bajo ellas, en muchos casos, están las ibero-romanas. En el año 902, con Add-al Rahman II, Jaén ya cuenta con una medina y será durante los siglos XI al XIII, cuando los reinos de taifas se disputen la ciudad, y ante la creciente inestabilidad, que continuará en los siguientes siglos (llegada de Alfonso VII) cuando aparece la muralla, muy similar a la imagen de Wyngaerde. Mientras tanto, en el cerro se suceden las fortalezas y construcciones, el Alcázar viejo de Abrehui, el palacio del siglo XII cuyos arcos y yeserías se conservan en el Museo de Jaén y las últimas actuaciones de los franceses hasta que el Parador arrasa con buena parte de ello. Sin embargo, aún se puede conservar y recuperar mucho, sobre todo de las murallas. La puesta en valor del camino medieval podría dar pie a ello.

Guerra y paz

La imagen que la sociedad tiene aún de la arqueología no solo está trasnochada, sino que forma parte ya del imaginario literario y cinematográfico popular. La primera mesa redonda de las Jornadas Jahencianas sobre el cerro de Santa Catalina, centradas en el patrimonio arqueológico y su investigación, comenzó con el profesor del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la Universidad de Jaén, Juan Pedro Bellón, quien desgranó los estudios que le ocupan desde 2003 sobre la II Guerra Púnica y la batalla de Baécula. En este sentido, Bellón, que recordó que hoy en día la arqueología ha llegado a describir un minuto de la historia, trasladó que la imagen del cerro de Santa Catalina es hoy en día un paisaje de paz y de ocio, en referencia a los pinos plantados en la posguerra, algo impensable para quienes construyeron fortalezas para defenderse de los ataques de sus enemigos. “La sangre corría por la Magdalena”, afirmó Bellón para ilustrar que el cerro estaba marcado por la guerra y para recordar que la invasión romana fue dramática para los pueblos conquistados. El investigador destacó la importancia de la provincia de Jaén en la II Guerra Púnica, con batallas como la de Baécula o la de Cástulo y adelantó la intención de estudiar el oppidum del cerro de Santa Catalina en ese contexto. “No queremos quedarnos en la arqueología del minuto, sino saber qué pasó después”, concluyó para dar paso a su colega y profesor también del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la Universidad de Jaén, Miguel Ángel Lechuga, que reveló las nuevas técnicas utilizadas para dar con yacimientos escaneando la superficie del terreno.

Juan Pedro Bellón, Irene Montilla, María Victoria Gutiérrez,
Juan Carlos Castillo y Miguel Ángel Lechuga.


El método utilizado para localizar el oppidum del cerro de Santa Catalina es el LIDAR, acrónimo de Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging, que es un dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor láser a un objeto o superficie utilizando un haz láser pulsado. Esta técnica ha localizado en la cara noroeste del cerro lo que podría ser el poblado ibero, en el lugar que se imaginaba que estaba, por la orografía, muy similar a la de Puente Tablas antes de que se excavara. En este sentido, Miguel Ángel Lechuga indicó que la parte más elevada del terreno corresponde a la muralla del siglo IV antes de nuestra era.

A continuación, la profesora del Área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, María Victoria Gutiérrez Calderón centró su alocución en el estado en el que se encuentran los restos de las alcazabas bajo el título “Propuestas de investigación histórica en las Alcazabas medievales del Cerro de Santa Catalina”.  La arqueóloga abogó por realizar una primera aproximación a los elementos en la ladera para ponerlos en valor, recuperando el camino islámico. Además, urgió a que se actúe en los restos del alcázar de Abrehui y concluyó con una reflexión: “Es más importante recuperar el cerro que el funicular”. Por último, la profesora también del Área de Historia Medieval de la UJA, Irene Montilla Torres, centró su intervención en la arqueología de la arquitectura y en cómo actuar en las murallas que han visto como se sucedían las distintas culturas. “El objetivo no solo tiene que ser la muralla, sino la sociedad que está detrás”, finalizó Montilla.

Singularidad geológica

Hace unos doscientos millones de años, a finales del Triásico y principios del Jurásico, Jaén estaba en el fondo del mar. El avance de la placa africana a lo largo de millones de años hizo que se convirtiera en zona de costa y que en sus aguas confluyeran lo que más tarde fueron el océano Atlántico y el mar Mediterráneo.  El acercamiento de la placa geológica africana y la placa ibérica, o lo es lo mismo, del continente africano y el europeo, dieron origen a la formación del cerro de Santa Catalina y su entorno, a excepción de Jabalcuz, que es anterior (Jurásico) y que emerge por el plegamiento alpino. En este periodo se forman los Alpes y otras cordilleras de la cuenca mediterránea, como el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y todas las prebéticas y béticas. “Estamos al frente de una cordillera, la alpina, que empezó a formarse hace 14 millones de años y que continúa en formación” señaló el profesor del Departamento de Geología, Luis Miguel Nieto, que junto con su colega y también profesor de Geología, Mario Sánchez Gómez, mostraron una de las facetas más desconocidas por la sociedad del cerro de Santa Catalina, la geológica, sorprendiendo a buena parte de los inscritos en las Jornadas Jahencianas celebradas en el Hospital San Juan de Dios.

Sebastián Rueda Godino, Luis Miguel Nieto, Rafael Cámara,
Mario Sánchez Gómez y Pablo Moral Linares.


Luis Miguel Nieto comenzó su intervención mostrando que la unidad geológica de Jaén, en la que se integra el cerro es singular y se estudia a nivel internacional y señalando el tipo de roca y terreno que determinará el futuro de los asentamientos en esta zona. Al hilo de esa piedra caliza, su colega, Mario Sánchez Gómez, dibujó todo un discurso del agua y fue tan didáctico como reivindicativo, informando de que Jaén es un sitio único geológicamente hablando y que toda esta historia hay que ponerla en valor porque tiene una enorme riqueza patrimonial. “Esa historia hay que contarla”, arguyó.

Sánchez Gómez explicó que el cerro es un karst, es decir, que está compuesto por un relieve kárstico, que se produce por la meteorización química de determinadas rocas, como la caliza, compuestas por minerales solubles en agua. Estas zonas son muy ricas en agua y acuíferos, algo que ha podido constatarse a lo largo de los siglos en la ciudad. “La Magdalena y su raudal es el desagüe natural de toda este agua”, afirmó el profesor Sánchez Gómez.

A los dos geólogos los precedió en la segunda jornada el arquitecto de Mensulae: arquitectura y Patrimonio, Sebastián Rueda, que habló sobre diferentes propuestas de consolidación y conservación de la muralla norte del cerro de Santa Catalina. Tras analizar la evolución de los ámbitos legales de la protección de este tipo de patrimonio, apremió a que se intervenga en la muralla norte recuperando las coronaciones, que es por donde se filtra el agua provocando su destrucción.
Por último, el arquitecto técnico y educador ambiental, responsable de la empresa El Acebuche, con amplia experiencia en Educación, Formación y Turismo Ambiental, Pablo Moral Linares, explicó la importancia de la educación y desgranó algunas de las iniciativas que han llevado a cabo en el cerro como Parque Periurbano y las replantaciones de especies autóctonas que se han realizado.

El turismo y el planeamiento

La última mesa redonda de las I Jornadas Jahencianas sobre el cerro de Santa Catalina se centró en las propuestas para su gestión turística, cultural y medioambiental. La arqueóloga del Ayuntamiento de Jaén María del Carmen Pérez Martínez comenzó su intervención aludiendo al hecho de que el cerro y su fortaleza son visibles desde cualquier punto de la ciudad y de su entorno. En este sentido, se refirió a ellos como un patrimonio intangible con un valor simbólico excepcional, que además cuenta con una oferta hotelera de las mejores de Europa, ya que ha sido elegida entre los diez mejores castillo, del continente para alojarse.

En cuanto a su gestión y puesta en valor como conjunto turístico María del Carmen Pérez defendió que cualquier toma de decisión debe responder a una estrategia en la que trabajen unidos los titulares de los bienes, se tenga en cuenta el corpus legislativo y se reformen los recursos. La arqueóloga apostó por una colaboración estrecha entre las administraciones y por formar un equipo multidisciplinar.

Mª del Carmen Pérez, Ana Fernández, Raúl Beltrán (director de VIVA JAÉN)
 y José Luis Sánchez Morales.


Tras su alocución tomó la palabra la directora del Área de Promoción y Turismo de la Diputación Provincial de Jaén, Ana Fernández, quien destacó la enorme potencialidad del cerro de Santa Catalina. “El turista del siglo XXI busca experiencias” explicó la también doctora por la Universidad de Jaén con una tesis sobre Turismo y Patrimonio Cultural. Fernández apostó por la creación de redes turísticas y por crear alianzas. En este sentido, destacó la Ruta de los Castillos y Batallas, que genera 183.000 visitas a las fortalezas, de las que 39.000 son al Castillo de Santa Catalina.

La última mesa redonda la cerró el jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos de la Junta de Andalucía en Jaén, José Luis Sánchez Morales, que tras analizar la evolución de las protecciones medioambientales en la legislación española y andaluza, centró su intervención en el Parque Periurbano. Sánchez Morales recordó que su gestión es desde el año 2003 de los ayuntamientos. En cuanto al valor de las especies vegetales informó que es medio-bajo y aludió a la repoblación forestal de pinos de los años 50-60. Sánchez Morales fue muy crítico con el estado en el que se encuentra, en cuanto a basura y alertó de la erosión del terreno por las bicicletas que no siguen las rutas, desdibujadas, por otro lado, por falta de mantenimiento.

Manuel Rodríguez.
Para finalizar las primeras Jornadas Jahencianas, el jefe del Área de Planeamiento y Gestión de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Jaén, Manuel Rodríguez, centró su conferencia en la legislación urbanística y sectorial. En este sentido, aludió a que la anulación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de 2016 por el Tribunal Supremo, aunque aún no es firme, retrotrae a la ordenación a 1996. De este modo se da una paradoja, ya que al basarse el PGOU en la legislación de la Junta en materia medioambiental, que no estaba adaptada a la de la Unión Europea, la justicia lo suspende y deja en vigor un plan de 1996 que no tenía tramitación ambiental. Es más, Manuel Rodríguez recordó que el PGOU del 96 es un refrito de modificaciones puntuales del Plan Torroja de 1986.



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