CRÓNICA DE LAS PRIMERAS JORNADAS JAHENCIANAS
“PATRIMONIO
HISTÓRICO Y NATURAL DEL CERRO DE SANTA CATALINA: POSIBLES USOS Y CONEXIONES CON
AL CIUDAD
Celebradas el 20
y 21 de junio de 2019
Texto:
Raúl Beltrán. Fotos: Ramón Guirado/M. A. Corbella
“Todavía estamos a
tiempo de salvar la muralla”. Hasta en tres ocasiones lanzó este mensaje el
catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Jaén (UJA), Juan Carlos
Castillo, en la conferencia inaugural impartida junto a su colega y también
miembro del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de
la UJA, José Luis Serrano, dentro las Primeras Jornadas Jahencianas sobre el
Cerro de Santa Catalina.
Antiguo Hospital San Juan de Dios. |
A lo largo de dos días
los más de 70 inscritos descubrieron aspectos singulares sobre el cerro. Desde
los distintos asentamientos, el estado de las murallas, la distintas fortalezas
y los restos que quedan, así como la sucesión de periodos constructivos, el
camino islámico de acceso a la fortaleza y su próxima recuperación, su relación
con las guerras púnicas, su historia geológica única y la integración de ese
patrimonio desconocido e ignorado, el agua como hilo conductor, la educación
ambiental y los usos turísticos y medioambientales. Nunca antes se había
recopilado en un único foro tantos aspectos sobre la importancia del cerro de
Santa Catalina.
Primera
jornada
Tomás Roldán, gerente VIVA. |
José Luis Serrano Peña y Juan Carlos Castillo Armenteros. |
En ese punto el
catedrático Juan Carlos Castillo continuó la conferencia inaugural “Evolución
histórica de los asentamientos del Cerro de Santa Catalina. Propuestas desde la
investigación Histórico-Arqueológica”, de forma muy reivindicativa. Recordó que
1992 y 2002 son los primeros contactos con la estructura defensiva del cerro.
“Si no ponemos remedio en pocos años no tendremos muralla en el cerro de Santa
Catalina”, arguyó.
Castillo mostró la
vista de Jaén de Anton van den Wyngaerde del año 1567 en la que se aprecian las
murallas medievales y recordó que bajo ellas, en muchos casos, están las
ibero-romanas. En el año 902, con Add-al Rahman II, Jaén ya cuenta con una
medina y será durante los siglos XI al XIII, cuando los reinos de taifas se
disputen la ciudad, y ante la creciente inestabilidad, que continuará en los
siguientes siglos (llegada de Alfonso VII) cuando aparece la muralla, muy
similar a la imagen de Wyngaerde. Mientras tanto, en el cerro se suceden las
fortalezas y construcciones, el Alcázar viejo de Abrehui, el palacio del siglo
XII cuyos arcos y yeserías se conservan en el Museo de Jaén y las últimas
actuaciones de los franceses hasta que el Parador arrasa con buena parte de
ello. Sin embargo, aún se puede conservar y recuperar mucho, sobre todo de las
murallas. La puesta en valor del camino medieval podría dar pie a ello.
Guerra
y paz
La imagen que la
sociedad tiene aún de la arqueología no solo está trasnochada, sino que forma
parte ya del imaginario literario y cinematográfico popular. La primera mesa
redonda de las Jornadas Jahencianas sobre el cerro de Santa Catalina, centradas
en el patrimonio arqueológico y su investigación, comenzó con el profesor del
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la
Universidad de Jaén, Juan Pedro Bellón, quien desgranó los estudios que le
ocupan desde 2003 sobre la II Guerra Púnica y la batalla de Baécula. En este
sentido, Bellón, que recordó que hoy en día la arqueología ha llegado a
describir un minuto de la historia, trasladó que la imagen del cerro de Santa
Catalina es hoy en día un paisaje de paz y de ocio, en referencia a los pinos
plantados en la posguerra, algo impensable para quienes construyeron fortalezas
para defenderse de los ataques de sus enemigos. “La sangre corría por la
Magdalena”, afirmó Bellón para ilustrar que el cerro estaba marcado por la
guerra y para recordar que la invasión romana fue dramática para los pueblos
conquistados. El investigador destacó la importancia de la provincia de Jaén en
la II Guerra Púnica, con batallas como la de Baécula o la de Cástulo y adelantó
la intención de estudiar el oppidum del cerro de Santa Catalina en ese
contexto. “No queremos quedarnos en la arqueología del minuto, sino saber qué
pasó después”, concluyó para dar paso a su colega y profesor también del
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología de Ibérica de la
Universidad de Jaén, Miguel Ángel Lechuga, que reveló las nuevas técnicas
utilizadas para dar con yacimientos escaneando la superficie del terreno.
Juan Pedro Bellón, Irene Montilla, María Victoria Gutiérrez, Juan Carlos Castillo y Miguel Ángel Lechuga. |
El método utilizado
para localizar el oppidum del cerro de Santa Catalina es el LIDAR, acrónimo de
Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging, que es un
dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor láser a un
objeto o superficie utilizando un haz láser pulsado. Esta técnica ha localizado
en la cara noroeste del cerro lo que podría ser el poblado ibero, en el lugar
que se imaginaba que estaba, por la orografía, muy similar a la de Puente
Tablas antes de que se excavara. En este sentido, Miguel Ángel Lechuga indicó
que la parte más elevada del terreno corresponde a la muralla del siglo IV
antes de nuestra era.
A continuación, la
profesora del Área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, María
Victoria Gutiérrez Calderón centró su alocución en el estado en el que se
encuentran los restos de las alcazabas bajo el título “Propuestas de
investigación histórica en las Alcazabas medievales del Cerro de Santa
Catalina”. La arqueóloga abogó por
realizar una primera aproximación a los elementos en la ladera para ponerlos en
valor, recuperando el camino islámico. Además, urgió a que se actúe en los
restos del alcázar de Abrehui y concluyó con una reflexión: “Es más importante
recuperar el cerro que el funicular”. Por último, la profesora también del Área
de Historia Medieval de la UJA, Irene Montilla Torres, centró su intervención
en la arqueología de la arquitectura y en cómo actuar en las murallas que han
visto como se sucedían las distintas culturas. “El objetivo no solo tiene que
ser la muralla, sino la sociedad que está detrás”, finalizó Montilla.
Singularidad
geológica
Hace unos doscientos
millones de años, a finales del Triásico y principios del Jurásico, Jaén estaba
en el fondo del mar. El avance de la placa africana a lo largo de millones de
años hizo que se convirtiera en zona de costa y que en sus aguas confluyeran lo
que más tarde fueron el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. El acercamiento de la placa geológica
africana y la placa ibérica, o lo es lo mismo, del continente africano y el
europeo, dieron origen a la formación del cerro de Santa Catalina y su entorno,
a excepción de Jabalcuz, que es anterior (Jurásico) y que emerge por el
plegamiento alpino. En este periodo se forman los Alpes y otras cordilleras de
la cuenca mediterránea, como el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas
y todas las prebéticas y béticas. “Estamos al frente de una cordillera, la
alpina, que empezó a formarse hace 14 millones de años y que continúa en
formación” señaló el profesor del Departamento de Geología, Luis Miguel Nieto,
que junto con su colega y también profesor de Geología, Mario Sánchez Gómez,
mostraron una de las facetas más desconocidas por la sociedad del cerro de
Santa Catalina, la geológica, sorprendiendo a buena parte de los inscritos en
las Jornadas Jahencianas celebradas en el Hospital San Juan de Dios.
Sebastián Rueda Godino, Luis Miguel Nieto, Rafael Cámara, Mario Sánchez Gómez y Pablo Moral Linares. |
Luis Miguel Nieto
comenzó su intervención mostrando que la unidad geológica de Jaén, en la que se
integra el cerro es singular y se estudia a nivel internacional y señalando el
tipo de roca y terreno que determinará el futuro de los asentamientos en esta
zona. Al hilo de esa piedra caliza, su colega, Mario Sánchez Gómez, dibujó todo
un discurso del agua y fue tan didáctico como reivindicativo, informando de que
Jaén es un sitio único geológicamente hablando y que toda esta historia hay que
ponerla en valor porque tiene una enorme riqueza patrimonial. “Esa historia hay
que contarla”, arguyó.
Sánchez Gómez explicó
que el cerro es un karst, es decir, que está compuesto por un relieve kárstico,
que se produce por la meteorización química de determinadas rocas, como la
caliza, compuestas por minerales solubles en agua. Estas zonas son muy ricas en
agua y acuíferos, algo que ha podido constatarse a lo largo de los siglos en la
ciudad. “La Magdalena y su raudal es el desagüe natural de toda este agua”,
afirmó el profesor Sánchez Gómez.
A los dos geólogos los
precedió en la segunda jornada el arquitecto de Mensulae: arquitectura y
Patrimonio, Sebastián Rueda, que habló sobre diferentes propuestas de
consolidación y conservación de la muralla norte del cerro de Santa Catalina.
Tras analizar la evolución de los ámbitos legales de la protección de este tipo
de patrimonio, apremió a que se intervenga en la muralla norte recuperando las
coronaciones, que es por donde se filtra el agua provocando su destrucción.
Por último, el
arquitecto técnico y educador ambiental, responsable de la empresa El Acebuche,
con amplia experiencia en Educación, Formación y Turismo Ambiental, Pablo Moral
Linares, explicó la importancia de la educación y desgranó algunas de las
iniciativas que han llevado a cabo en el cerro como Parque Periurbano y las
replantaciones de especies autóctonas que se han realizado.
El
turismo y el planeamiento
La última mesa redonda
de las I Jornadas Jahencianas sobre el cerro de Santa Catalina se centró en las
propuestas para su gestión turística, cultural y medioambiental. La arqueóloga
del Ayuntamiento de Jaén María del Carmen Pérez Martínez comenzó su
intervención aludiendo al hecho de que el cerro y su fortaleza son visibles
desde cualquier punto de la ciudad y de su entorno. En este sentido, se refirió
a ellos como un patrimonio intangible con un valor simbólico excepcional, que
además cuenta con una oferta hotelera de las mejores de Europa, ya que ha sido
elegida entre los diez mejores castillo, del continente para alojarse.
En cuanto a su gestión
y puesta en valor como conjunto turístico María del Carmen Pérez defendió que
cualquier toma de decisión debe responder a una estrategia en la que trabajen
unidos los titulares de los bienes, se tenga en cuenta el corpus legislativo y
se reformen los recursos. La arqueóloga apostó por una colaboración estrecha
entre las administraciones y por formar un equipo multidisciplinar.
Mª del Carmen Pérez, Ana Fernández, Raúl Beltrán (director de VIVA JAÉN) y José Luis Sánchez Morales. |
Tras su alocución tomó
la palabra la directora del Área de Promoción y Turismo de la Diputación
Provincial de Jaén, Ana Fernández, quien destacó la enorme potencialidad del
cerro de Santa Catalina. “El turista del siglo XXI busca experiencias” explicó
la también doctora por la Universidad de Jaén con una tesis sobre Turismo y
Patrimonio Cultural. Fernández apostó por la creación de redes turísticas y por
crear alianzas. En este sentido, destacó la Ruta de los Castillos y Batallas,
que genera 183.000 visitas a las fortalezas, de las que 39.000 son al Castillo
de Santa Catalina.
La última mesa redonda
la cerró el jefe de servicio de Espacios Naturales Protegidos de la Junta de
Andalucía en Jaén, José Luis Sánchez Morales, que tras analizar la evolución de
las protecciones medioambientales en la legislación española y andaluza, centró
su intervención en el Parque Periurbano. Sánchez Morales recordó que su gestión
es desde el año 2003 de los ayuntamientos. En cuanto al valor de las especies
vegetales informó que es medio-bajo y aludió a la repoblación forestal de pinos
de los años 50-60. Sánchez Morales fue muy crítico con el estado en el que se
encuentra, en cuanto a basura y alertó de la erosión del terreno por las
bicicletas que no siguen las rutas, desdibujadas, por otro lado, por falta de
mantenimiento.
Manuel Rodríguez. |
Para finalizar las
primeras Jornadas Jahencianas, el jefe del Área de Planeamiento y Gestión de la
Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Jaén, Manuel Rodríguez, centró su
conferencia en la legislación urbanística y sectorial. En este sentido, aludió
a que la anulación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de 2016
por el Tribunal Supremo, aunque aún no es firme, retrotrae a la ordenación a
1996. De este modo se da una paradoja, ya que al basarse el PGOU en la
legislación de la Junta en materia medioambiental, que no estaba adaptada a la
de la Unión Europea, la justicia lo suspende y deja en vigor un plan de 1996
que no tenía tramitación ambiental. Es más, Manuel Rodríguez recordó que el
PGOU del 96 es un refrito de modificaciones puntuales del Plan Torroja de 1986.
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