La virgen, qué cipote


La fuente de Los Caños de Jaén.
'La virgen', nene, hace una semana vino un conocido a visitar Jaén y se quedó en mi casa.  Nada más llegar me preguntó qué era aquello de  ‘Jaén ni pollas’, que lo había oído por ahí. Se lo expliqué. Le hizo gracia e insistió en si había más expresiones de ese tipo. ‘La orden’ me dí una ‘panzá’ de pensar y no se me ocurrió ninguna ‘chominá’ en ese momento de las que decimos aquí. Así que le dije que ya le iría contando durante el fin de semana. El tío ‘cascaba más que Perendola’ y a decir verdad era un poco ‘cipote’. Para familiarizar al ‘farfolla’ con las costumbres de la ‘tierra del ronquío’, le preparé una buena ‘pipirrana’, una perdiz en escabeche y un ‘ochío’ de postre. ¡El ‘hijolgori’!, se puso como el ‘Quico’. Todo regado con un ‘biscuter’ tras otro, y por supuesto, de ‘gañote’, que el ‘chalao’ se gastaba menos que los rusos en catecismos. La verdad es que le tenía que haber puesto un plato ‘habicholillas’ con ‘bayonesa’ y de postre, un buen trozo de ‘paloduz’.

Después de comer salió ‘enflechao’ el muy ‘cipote’ para la cama y se pegó una siesta de la que se levantó ‘embebío’ y con una ‘mala follá’ que le hubiera dado una ‘felpa’ de ostias... Después de ‘zamparse’  otros dos ochíos le dije de dar una vuelta para enseñarle Jaén.  Aún hacía calor, pero el ‘payazo’ se colocó una ‘pelliza’ que daba angustia verla. Vamos, que creía que se iba a quedar como una ‘gancha’. En fin, no llevaba ni seis horas aquí y ya me tenía más que ‘irritao’. Mientras llegábamos al centro pasé por los Jardinillos y le expliqué que allí había una tienda que se llamaba ‘Furnieles’ y que de ahí venía el dicho de ‘tienes más chominás que el escaparate de Furnieles’, pero el ‘asaura’ estaba más pendiente de unas ‘zagalas’ que de lo que yo le contaba. “¡Nene, que estás más enamorado que el burro de las gaseosas!”, le dije, pero no me hizo ni caso. ‘La orden’ el tío tenía más cabeza que Bernardo López y después de visitar la Catedral, quería subir al castillo y a la cruz andando. “Si hombre, va a subir poya gorda el hornero en lo alto Los Caños”, le dije.  Se lo quité de la cabeza ese día, pero a la mañana siguiente no hubo manera y me tocó atravesar por todos los ‘jamargos’ hasta el castillo. ‘La vística’, no subía andando allí desde que aprobé la reválida en don Andrés Moya. Una vez arriba no pudimos entrar a ver la Virgen de la Capilla y tras visitar la cruz me tocó otra vez bajar a pata, con tanta mala suerte que me pegué un ‘cepazo’ y me comí un ‘florón’ el resto del fin de semana, con la pierna escayolada y escuchando las ‘chominás’ del tío, que estaba como un ‘vulanico’. Cuando se fue no pude más que decirle: “¡majarele, no revientes como el lagarto!”.

Elogio a la estupidez




Definitivamente, he llegado a la conclusión de que el problema no es que nuestros políticos nos traten como si fuéramos estúpidos (“torpeza notable en comprender las cosas”, según la Real Academia Española). El problema es que son ellos los estúpidos, los que pasean su “torpeza notable en comprender las cosas” cada día, en cada declaración, en cada comparecencia.

Los estúpidos reproches que se hacen unos a otros no reflejan más que una nula capacidad para encauzar los problemas que tiene la sociedad, las familias de este país, de esta ciudad. La banalidad de sus mensajes diarios no está a la altura de la madurez democrática que tienen los ciudadanos y mucho menos dan respuesta a las soluciones que exigimos a quienes hemos designado para gobernarnos y para ejercer la oposición. El desprecio hacia la clase política que se ha generalizado en los últimos años no es más que la consecuencia del desprecio con el que nos tratan con su gestión, y sobre todo, con sus políticas de comunicación.

A nadie se le escapa que la situación es de ruina total, que las administraciones no tienen un duro para nada, apenas para pagar la estructura servil de la que se han rodeado durante años de enchufismo y clientelismo, contratando a amiguetes y familiares en detrimento de profesionales. En algunas administraciones de esta ciudad hay familias enteras contratadas que la única prueba superada fue la del cunnilingus político, que durante décadas ha engordado las afiliaciones a los partidos políticos.

Por poner un ejemplo de la “torpeza notable para comprender las cosas”: en 1999 la Junta de Andalucía proyectó un instituto en el casco antiguo, en el famoso APA III. Trece años después allí no hay ningún instituto. Sólo un solar. El mismo que había. Una excusa perfecta para que socialistas y populares vuelvan a dejar patente su estupidez y su incapacidad para gestionar las administraciones con la única máxima del interés público y no de los intereses de sus partidos, porque desde hace mucho tiempo, el poder orgánico en los partidos lo da el número de administraciones que se gestionan.

La única realidad es que el instituto no está, ¿comprenden, señores políticos, eso?

La marca 'Lagarto Rock'

Hace unos diez años viajé a Euskadi con dos amigos para conocer tan lejanas tierras. Una noche, acudimos a la catedral de la música en Bilbao, la sala Azkena, por donde han pasado las mejores bandas de rock del país. Llevaba puesta una camiseta del ‘Lagarto Rock’. Cuando la gente la veía me preguntaba: ¿que eres de Jaén? Incluso la banda que tocaba aquella noche , ‘El hombre gancho’, de Córdoba (me hubiera gustado ver a una banda de más peso, pero fue lo que estaba programado), en un momento del concierto, entre tema y tema, al ver el logotipo del ‘Lagarto Rock’, dijeron: “Bueno, si tenemos aquí a unos paisanos. Gran concurso el Lagarto”.
 
No es mi intención aburrirles con batallitas ni autoflajelarme con el paso de los años. La moraleja es más sencilla que todo eso. El festival ‘Lagarto Rock’ ha sido durante tres décadas la marca más famosa que Jaén ha exportado al resto del país. No existe un buen aficionado a la música en España que no sepa que Jaén tenía un festival que se llamaba el Lagarto. Y creánme, hay más aficionados a la música que jugadores de golf o japoneses luciendo últimos modelos de Nikon. Las administraciones, principalmente el Ayuntamiento de Jaén han dejado morir y ha perdido su mejor marca de promoción. Ya quisiera el ‘Paraíso Interior’ de Diputación ser tan conocido como el ‘Lagarto Rock’. Ahora, un grupos de jóvenes empresarios, editores de ‘Piturda.com’, han querido reconocer la trayectoria de este longevo festival y, de paso, rendir un homenaje a todos los músicos de Jaén, que durante 30 años lo hicieron grande. ¿Y cómo lo están haciendo? Con trabajo. ‘Piturda.com’ ha preparado el que ya es el mejor evento de cuantos se han puesto en marcha en la ciudad, que superará con creces a cualquier edición del ‘Lagarto Rock’ (con permiso de sus dos organizadores, Pedro Melguizo e Enrique Iznaola): el “Homenaje al Lagarto Rock”. El próximo 6 de octubre más de cien músicos de toda la provincia volverán a juntar a sus bandas para hacer una reverencia al reptil más marchoso de la geografía española. Y este homenaje también será parte de la historia musical de este país. Ahora, sólo queda que, nosotros los jienenses, aficionados a la música o no, cuarentones o jovenzuelos que nunca vieron tocar a aquellas míticas bandas, acudamos en masa a llenar el Auditorio de la Alameda. Si ponéis una hucha hoy mismo y echáis un euro cada día, el próximo 6 de octubre tendréis para dos entradas. Larga vida al “Lagarto Rock”. Va sobre todo para quienes sólo van a Benicassim y alardean de melómanos.