¿Todavía creen que participan?

¿De verás están convencidos aún de que participan del devenir de su ciudad, provincia, región o país? A saber: hace un par de años miles de andaluces acudieron a las urnas tras elegir, todo lo libremente que permite el actual neoliberalismo y la maquinaria bien engrasada de la sociedad de consumo (ojo, que me parece buena, siempre y cuando se participe de ella con aspecto crítico y se ofrezcan las herramientas necesarias para formarlo) la papeleta con la que participarían en la construcción de su futuro. Dos años después da la sensación de que esas papeletas han servido para abastacer los retretes de la administración regional (que todo ahorro es útil en época de crisis) y de un plumazo nos cambian el presidente, el vicepresidente y la mayoría del equipo de consejeros. Ya está. La maquinaria interna de un partido, que no para de girar y de adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas caras, a los nuevos intereses, deja a la indefensa voluntad popular al pie de los caballos. Y como siempre todo se disfraza de “bien común”. Una vez más la patada hacia arriba de políticos a los que se les pega el sillón a las posaderas y que se convierten en granos del maratón de la política se ríe de los ciudadanos, que, en la mayoría de los casos, en un alarde de análisis aciertan a decir: ¡Madre mía que follón! Ahora, las nuevas caras (mejores o peores, eso está por ver) se ponen a trabajar para darle a todo este pucherazo (que permite nuestra actual Ley electoral) una apariencia de normalidad. Nada habrá pasado dentro de unos meses. Y por supuesto nadie sale herido más que en el orgullo, que sabiamente tapan con nuevos puestos y suculentas nóminas. El que no está al frente del invento de las políticas territoriales está camino de Europa, preparando las alforjas para llenarlas de dietas y fotografías exóticas para enseñar dentro de unos años a los nietos.Y dentro de no mucho nos mirarán a la cara y nos volverán a repetir que el futuro es nuestro, que no nos quedemos sentados en el sillón, que participemos de la fiesta de la democracia. Eso es, una fiesta, una gran bacanal, pero democrática.

¡Ea! Aquí si hay albergues

Rara vez suele hablarse en Jaén de la inmigración, salvo en la campaña de recogida de aceituna, cuando cientos de temporeros de otros países acuden a la provincia buscando un tajo, que la mayoría de veces no encuentran. Noviembre y diciembre se convierten en un quebradero de cabeza para la administración autonómica y local. Que si se abren los albergues, que si tú primero, que luego me vienen a mí todos, que si todavía no que aparece el efecto llamada, que si hay pocas plazas, que si la capital que es la que menos campaña tiene es la que más plazas oferta. Una angustia, vamos. Sin embargo, si por un momento dejásemos de mirarnos el ombligo y levantásemos la cabeza para ver qué sucede en otras provincias, podríamos comprobar que el sistema de albergues temporeros durante la campaña de aceituna en Jaén es un oasis en una región donde cada año acuden miles de inmigrantes temporeros para trabajar. Eso no quiere decir que no haya que mejorar el sistema y sobre todo coordinarlo de forma eficiente, pero puede ser considerado como una pica en Flandes, que tampoco va a ser todo malo lo que sucede en esta tierra. Si no, que se lo pregunten a los inmigrantes que tras la campaña jienense han estado dando vueltas para acudir a la fresa de Huelva, donde como cada año se encuentran con que, ni alojamiento de empresarios ni red de albergues de la Junta de Andalucía. Por una vez (y sin que sirva de precedente) Jaén tiene algo muy bueno que no tiene el resto de Andalucía. Da igual ahora si lo tiene por sensibilidad política o por presión social. Tenemos un techo donde acoger a alguien que deja su tierra porque no puede comer (algunos ni hablar) para venir a un país extraño y sonreír mientras les echamos fotos y les preguntamos cosas tan interesantes como si están pasando mucho frío o si tienen hambre.En fin, ahora que se celebran unas jornadas sobre inmigración, y mientras la red de albergues se hace extensible a todas las comarcas que tengan un volumen significativo de temporeros inmigrantes en sus campañas de recolección, me seco las manos (que este teclado hace que suden) y las lanzo una contra otra efusivamente (entiéndase como aplauso) por nuestros albergues y por Jaén, que ya tenía yo gana. ¡Ea!